El Primero de Mayo recuerda a los compañeros trabajadores, asesinados en Chicago, quienes lucharon por el establecimiento de las ocho horas de trabajo. Pero no representa sólo ello, no es sólo una fecha nostálgica y conmemorativa, sino que fundamentalmente hace referencia a la lucha de los trabajadores ante la burguesía y su estado, lucha de clases que se dirime en el campo político, ideológico y económico.
La burguesía arremete día a día, hora tras hora, minuto a minuto contra la clase obrera, en cada momento nos asesta golpes, sea extrayéndonos plusvalía, robándonos nuestro salario, restándonos derechos, atentando contra nuestras formas organizativas o ideológicamente controlando nuestro pensamiento a través de los medios de comunicación, centros de estudio, y entidades religiosas. Así como la burguesía arremete a cada instante, los trabajadores no debemos mostrar nuestra fuerza sólo en los primero de mayo, sino durante todo el año, día a día, luchando contra la opresión en la fábrica, contra la opresión legal y militar del estado, forjando nuestra organización, dándole contenido político a nuestra lucha.
Así como aquel primero de mayo el estado norteamericana atacó a la clase trabajadora con la represión policial, hoy el gobierno de Correa hace lo mismo con los trabajadores del campo y la ciudad y con los estudiantes. Los trabajadores debemos entender que el estado y el gobierno son instrumentos que usan los ricos para mantenerse en el poder, para perpetuarse como clase dominante. El estado no es un ente meramente administrativo, es un aparato principalmente político, que diseña las leyes y usa sus instituciones (ministerios, congreso, cortes) para mantener la explotación, o sino preguntémonos qué peso tenemos dentro del estado capitalista, dentro de su gobierno, quiénes son los que deciden sobre recursos naturales, leyes obreras, etc. Acaso no son los partidos políticos que representan a los grupos monopólicos del país. Y acaso no son también los reformistas que se incluyen en ese estado avalando y aplicando la colaboración de clases como práctica política.
El gobierno de Correa ha hecho lo que ni siquiera gobiernos como el de Febres Cordero se atrevieron hacer. Conculcar los derechos fundamentales que alcanzó la clase obrera durante años de lucha, con derramamientos de sangre incluidos, con compañeros encarcelados. Este gobierno arremete contra los trabajadores a través de los mandatos 2, 4 y 8, mediante la ley de empresas públicas, el decreto 1701 y su posterior reforma, el decreto 225, donde se reclasifica a los trabajadores en obreros y empleados, enviando los segundos a la LOSCCA, donde no existiría derecho a sindicalización, contratación colectiva y huelga, y preparando además las mismas reformas para los trabajadores amparados por el código de trabajo. Miles de trabajadores privados y públicos han sido despedidos. Pretende romper la sindicalización en las empresas públicas allanando el camino para la privatización de éstas. Además de la arremetida contra trabajadores, el ataque ante las comunidades campesinas es permanente, primero con la aprobación de la ley minera que viabiliza la entrada de las transnacionales a explotar dicho recurso, además de la ley de agua y la permanente persecución compañeros mediante juicios o amenazas. En las universidades se viola la autonomía, se busca eliminar el co-gobierno y se persigue a los estudiantes. Este gobierno coopta a las organizaciones sociales y las incluye dentro de la lógica estatal, y cuando no lo puede hacer busca romperlas o desarticularlas.
El modo de actuar de las burocracias sindicales que no cumplieron con el acuerdo de la convención del FUT del 14 de julio del 2009, donde se tomó la resolución de no ir al diálogo con el gobierno mientras no se derogue el 1701, ha seguido en su práctica aberrante y traicionera. Ahora están avalando el decreto 225 y mantienen al movimiento obrero en la inacción. Los trabajadores estamos siendo atacados ferozmente y no existe una respuesta contundente. Es momento ya de sobrepasar al reformismo oportunista que fue el que impulsó este gobierno, el que llamaba a votar sí para aprobar la constitución y que mediante el diálogo entrega en bandeja los derechos del pueblo.
El movimiento obrero ecuatoriano, y el conjunto de explotados de nuestro país debe sepultar el reformismo enquistado dentro de sus organizaciones. La lucha de clases se da contra el burgués, contra su estado, pero también en el seno de nuestras organizaciones debemos luchar por un sindicalismo revolucionario, porque las posiciones coherentes y clasistas se impongan sobre el oportunismo burocrático. Debemos retomar las asambleas en las fábricas, en los centros de trabajo, en el campo; practicar la democracia obrera; educarnos no sólo en la lucha por la reforma, sino en la necesidad de acabar con la explotación, con la burguesía; la clase debe organizarse para defender sus derechos pero principalmente debe organizarse políticamente para ser poder.
Este primero de mayo debemos demostrar nuestra fuerza, saber que la unidad no es una declaración formal sino que se la conquista con principios claros y con acciones. Este primero de mayo vamos a demostrarle al gobierno que los trabajadores nos oponemos a él y a su entreguismo, y vamos a demostrar a las burocracias sindicales que no confiamos en su práctica conciliadora.
¡RECHAZAR EL DECRETO 225, NO AL DIÁLOGO, A RECUPERAR LA MOVILIZACIÓN Y LA HUELGA!
¡NO AL OPORTUNISMO, NO AL GOBIERNO BURGUÉS, SI A LA LUCHA POPULAR Y A LA DEFENSA DE LA INDEPENDENCIA DE CLASE!
¡SOPLAN VIENTOS DEL PUEBLO PARA LA ORGANIZACIÓN POPULAR!
COORDINADORA CAMPESINA POPULAR CCP
Austro Ecuador