viernes, 1 de mayo de 2020



NO QUEREMOS LA NORMALIDAD CAPITALISTA-IMPERIALISTA, NECESITAMOS UNA VERDADERA REVOLUCIÓN PROLETARIA, LA HUMANIDAD Y EL PLANETA LO REQUIEREN

Primero de Mayo revolucionario. Bloque Proletario-SUR

"Toda esa sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir
como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio,
se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las
potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros"
C. MARX

Este Primero de Mayo, Día Internacional de los trabajadores y proletarios del mundo, nos reconocemos como clase, como energía vital que crea la riqueza material y social de la que vive la humanidad. Este reconocerse es un grito político, militante, es la acción política como clase revolucionaria: nos revelamos contra el sistema chupasangre capitalista-imperialista.

El sistema dominante se retuerce en una crisis sin igual. Ya desde el sismo del 2008 no ha podido alzar cabeza. Aquella vez los propios economistas burgueses describieron las crisis como de “proporciones histórica”, se volcó por todos lados, desde Wall Street, Europa occidental, Rusia y Asia; quiebra de bancos, bolsas de valores interrumpidas y mercados financieros que se fueron abajo. Mucho de lo que pasó en esa época no ha podido ser superado hasta hoy, y más bien los problemas se han venido arrastrando como algo crónico.
Los voceros de la burguesía mundial sostienen que las dificultades tienen que ver con la corrupción, el fraude, la avaricia, falta de buenas regulaciones y controles, y alegan que ello tiene arreglo. En realidad las cosas no son así de simples. La neta verdad es que las causas reales de la crisis del sistema capitalista-imperialista tienen que ver con su naturaleza, con su funcionamiento interno.

El capitalismo-imperialismo es un sistema de producción anárquico, en donde no existe ningún tipo de planificación de la producción, no hay un plan ni coordinación sobre cuánto, cómo y para qué se produce; todo está en función de la competencia voraz de capitalistas privados por el lucro. Un sistema que se basa en acumular y acumular explotando seres humanos y naciones oprimidas no es sostenible, su lógica no es producir ni desarrollase en función de la necesidades sociales fundamentales y el cuidado de los ecosistemas, todo lo contrario, su fin son las ganancias para la burguesía y el deterioro de ambiente.

La crisis del sistema capitalista-imperialista ya estuvo incubada desde antes de que apareciera el COVID-19. La pandemia ha surgido como una extraña coincidencia. La crisis del sistema es enorme y la pandemia la acelera y profundiza. El COVID-19 arrancó en China y en unas semanas está ya azotando por todo el mundo; crea enormes estragos en Italia, España, Francia y otras naciones europeas, hasta que salta al norte, centro y sur del continente americano. Los medios mundiales publican las medidas de aislamiento y encierro de la población en la mayoría de países; organismos económicos anuncian la paralización del sistema productivo mundial y que muchas regiones entran en recesión económica.

En este Primero de Mayo, es muy importante que los proletarios podamos mirar objetivamente esta coyuntura, tener un acercamiento mejor con la realidad, para poder dar pasos más seguros en nuestras posiciones y acciones de lucha. En esta coyuntura de crisis y pandemia de COVID-19 identificamos algunos puntos a tener presentes para analizarlos, debatirlos y precisarlos:

1. Vivimos la fase imperialista del capitalismo. Esa etapa superior de la que nos habló y definió Vladimir Ilyich Lenin. Los cambios en la organización y estructura del capital, especialmente el crecimiento del capital financiero y de monopolios. Y algo a remarcar: el colonialismo es el mecanismo que necesitan los imperialistas para someter y controlar naciones y pueblos. La globalización imperialista de las últimas décadas ha sido la bota de sometimiento colonial contra las naciones oprimidas para saquear recursos petroleros-mineros, acrecentar agronegocios de exportación destruyendo selvas, inundar con productos elaborados los mercados locales, aprovechar la explotación de mano de obra barata, la construcción de mega obras que favorecen el saqueo, acrecentamiento de deuda externa, robo de propiedad intelectual. Esto significa, en países dominados como Ecuador, mayor dependencia y distorsión de su economía, encadenamiento a la condición semicolonial. Y esto se reproduce cada día y en los mismísimo tiempos de COVID-19. A modo de ejemplo, el gobierno de Moreno está mendigando de rodillas préstamos urgentes y hasta mascarillas porque el país no tiene recursos para soportar la pandemia. La economía está quebrada como consecuencia directa de la dependencia extranjera y la acción de sometimiento de gobiernos lacayos-vendepatrias como ha sido el de Correa-Moreno, que desde hace más de una década atrás profundizó la condición semicolonial del país; un nefasto gobierno que se entregó de cuerpo y alma al capital imperialista sobre todo chino.

Las inversiones extranjeras son una característica de la penetración imperialista. Los explotadores dicen que es la "hormona del desarrollo", pero nada más falso que eso. La inversión extranjera no es la madrecita de la caridad que reparte ayuda y bendiciones, no, las inversiones imperialistas viene porque buscan ganancias, rentabilidad, su fin es reproducir y acumular más capital, no están para ayudar para salir adelante a los pueblos oprimidos, al contrario, es para esquilmarlos; la inversión imperialista no es desarrollo es dependencia y pobreza.

2. Vemos cambios y movimientos en las relaciones de poder mundial, algunos ya se avizoraban, y con la crisis de la pandemia están saliendo a flote de forma más evidente. La aguda e intensa rivalidad entre EEUU y China. China toma preponderancia y se muestra como la potencia económica actual y tiene un aliado estratégico y militar que es Rusia. Mientras que EEUU se ve relegado productivamente, hoy en día su economía está en recesión, pero a pesar de ello aún es predominante en las estructuras financieras y además tiene un colosal arsenal militar atómico y supersónico. La Unión Europea va a la sombra en donde países como Francia, Italia, España y la propia Alemania van arrimándose al bloque Chino-Ruso, algunos de ellos son dependientes de la energía fósil rusa; las relaciones de China con algunos de estos países europeos se han afianzado aún más en tiempos de coronavirus, pero nada es gratuito, y menos para los intereses chinos que desde hace años sueñan hacer realidad la llamada Ruta de la Seda.

América Latina ya es destino de inversiones directas de China, que se ha convertido en el socio comercial principal de Brasil y Chile, y en ese camino van Argentina y Perú. Ni que hablar de países como Venezuela, Cuba, Ecuador y Nicaragua, convertidos en verdaderas semicolonias del imperialismo chino. Lo de Brasil resume claramente cómo funcionan los negocios de los capitalistas: Bolsonaro aparece como un pro-yanqui fascista, pero de boca para afuera, él sabe que la economía de Brasil necesita inevitablemente el mercado chino, sabe que allá tiene que ir la soya y la carne que producen. Donald Trum no le compraría esas mercancías, porque simplemente EEUU también produce y vende soya y carne.

La contienda capitalista es muy dinámica, los monopolios son tiburones de diente afilado. Si miramos la situación de México donde se acaba de firmar el T-MEC, un nuevo acuerdo de “libre comercio” entre EEUU-México y Canadá, que en concreto es una jugada yanqui para blindar su patio trasero mexicano de los inversionistas chinos que acechan por todos los flancos. El “socialista” López Obrador estampó su firma como buen lacayo a pesar de que prometió a la gente “de-colonizar” a México de la bota yanqui, en fin, los chinos tendrán un plan B para buscar penetrar en México. Así funciona el imperialismo, les importa un carajo los pueblos y las necesidades de la gente de a pie, lo que importan son sus negocios y ganancias.

3. La pandemia del COVID-19, ha puesto en evidencia y acelerado los agudos problemas de la crisis capitalista-imperialista, este sistema no puede enfrentar esta dificultad sanitaria por las propias contradicciones inherentes al mismo. Hemos visto las formas más insolentes de actuar de presidentes y autoridades. A pesar que el 30 de enero la misma Organización Mundial de la Salud declaró el nivel de pandemia del COVID-19, la mayoría de gobernantes de los mismos centros imperialistas desestimaron que sea algo serio: unos hablaron de una “simple gripe”, otros más cínicamente dijeron “que esto es así mismo, que inevitablemente tendrán que morir unos cuantos miles”, no les importó tomar medidas oportunas para salvar las vidas.

El COVID-19 que en pocas semanas se esparció por todo el mundo y va dejando una cadena de muerte de miles de personas, no es un chiste, es una verdadera pena de muerte para las masas de las clases pobres. Se sabe que el virus es letal sobre todo en personas con bajas defensas, con enfermedades severas y en la población adulta. Los sectores populares que apenas sobreviven en un mar de injusticias por lo general padecen desnutrición, no tienen alimentación de calidad, muchísimos ni siquiera poseen servicios básicos, otros trabajan expuestos a contaminación, por lo general se debaten en medio de enfermedades como el cáncer, diabetes, obesidad, asma, alcoholismo, y otras, por ello son vulnerables al COVID-19. A muchísima gente no le está matando el coronavirus, le está matando la triste realidad de ser pobres. La inmensa mayoría de la población mundial no puede acatar como se debe las medidas de aislamiento porque comparten entre muchas personas una o dos habitaciones, porque en casa no hay comida ni dinero, porque miles y miles de pobres se buscan la sobrevivencia en actividades informales en la calle y toca salir para ello, otras tantas y tantas ni siquiera tiene un techo donde cobijarse.

Esta crisis de pandemia ha puesto en claro la realidad de que el sistema capitalista-imperialista no está para satisfacer las necesidades de las masas populares. Descaradamente gobernantes capitalistas se han dedicado a destinar millones de dólares para salvar la “quiebra” de petroleras y negocios corporativos privados en vez de priorizar las necesidades que demanda enfrentar la pandemia. Los medios han informado como en los mismos países imperialistas el material sanitario para los trabajadores de la salud era escaso y hasta inexistente. Los sistemas de salud mostraron deficiencias de fondo, no es negocio tener sistemas de salud de calidad para las masas pobres, por ejemplo, en barrios pobres neoyorquinos o parisinos la acción de los sistemas de salud han sido nula, la población negra, latina, migrante ha muerto en mayor escala. Lo mismo ha sucedido en barriadas pobres de ciudades como Guayaquil, Sao Paulo, Lima, para poner unos pocos ejemplos de Sudamérica.

Estamos viendo que la carrera por la milagrosa “vacuna” para el COVID-19, es un forcejeo de velocidad de laboratorios corporativos privados, que patentizan cada una de sus investigaciones, pues en miras están las futuras millonarias ganancias que tales descubrimientos proveerán. Aquí no se piensa en la gente, se piensa en el negocio que vendrá.

En fin, para el pueblo que a diario muere por enfermedades totalmente curables, como la gripe común por ejemplo, la “normalidad” que les ofrece este sistema asesino es privarle el acceso a la salud, es condenarle al hambre, al desempleo, a la falta de vivienda. El capitalismo-imperialista antepone las ganancias a las personas, y eso nos está matando.

4. En Ecuador como cualquier otro país dependiente el panorama no es nada alentador, la crisis tocará fondo, y serán las masas oprimidas la que tendrán que pagar las consecuencias. El estado semicolonial y el gobierno títere no tienen ningún papel preponderante que cumplir más que replicar lo que ordenan los patrones imperialistas. El país no tiene recursos, el petróleo esta por los suelos, del cobre de Mirador y el oro de Fruta del Norte solo recibe migaja y ni eso, porque los contratos mineros no obligan a las empresa extrajeras sino a dar “regalías” cuando ya hayan pagado los gastos de construcción de las minas y cuando ellas “digan” ser rentables.

La crisis del coronavirus desnudó de cabo a rabo a un gobierno lleno de politiqueros y tecnócratas chupapuestos del Estado semicolonial. La administración de Moreno es el vómito del parasitismo correísta. Se está viviendo en gran parte las consecuencias directas del entreguismo, el populismo, y la corrupción generaliza que organizó el delincuente Correa por más de una década. Pese a haber tenido los más altos precios del petróleo (sobre los 100 dólares por mucho tiempo) de la historia del Ecuador, Correa y sus compinches dejaron al país en la quiebra de punta a punta. Hoy no hay plata ni para comprar mascarillas para los trabajadores de la salud, no hay recursos para recoger los muertos del COVID-19 que en la ciudad de Guayaquil han quedado tirados en la calle. No es cierto que se haya desmantelado el sistema de salud público en Ecuador, porque jamás ha existido, como sucede con tantos otros servicios para el pueblo. Frente a la actual debacle el ministro de salud ha dicho que el 60% de la población se contagiará y que una minoría morirá, pero que gracias a dios serán “unos poquitos no más”.

Por otro lado politiqueros de toda laya, acomodados en los llamados gobiernos locales se han dedicado a hacer su agosto electoral en tiempos de pandemia. A manos llenas con la plata del pueblo reparten canastos de aceite, arroz, fideo, atunes, alcohol, fumigan calles; no pierden la oportunidad para el protagonismo. Algunos que aspiran a candidaturas presidenciales hacen “millonarias” donaciones, como los Lassos y los Nebots, que hasta se “sacrifican” y “desvelan” por traer la ayuda internacional para los pobres.

Alrededor del 70% de la fuerza laboral del país está en el desempleo y la informalidad. Los despidos son el pan de cada día, no hay dinero para pagar los arriendos, no hay plata para comer, han quebrado los pequeños negocios y los campesinos pobres no tienen como vender sus productos y tener alguna entrada de dinero. Para colmo, en esta difícil situación en que se vive hoy, el gobierno vende patria está imponiendo una serie de medidas económicas e impuestos contra el pueblo, llegando a la locura de pretender rebajar el salario mínimo vital y extender la jornada laboral, esto es algo inaudito. Se vienen tiempos muy duros, hoy más que nunca solo la organización, la lucha es el camino, no hay otra salida para el pueblo.

5. La pandemia no solo es una calamidad sanitaria para las masas oprimidas, sino que está siendo usada por los capitalistas imperialistas para ejercer y experimentar medidas extremas de control y represión. Esto puede llevar a limitar y suprimir peligrosamente los derechos más fundamentales de los trabajadores y del pueblo en general. Los burgueses están mirando y estudiando resultados de políticas de confinamiento y control masivo, que en el futuro pueden ser usados, especialmente cuando las movilizaciones populares contra el sistema estén en niveles ascendentes. Este es un punto a tomar con mucha atención por las organizaciones populares. Es imprescindible denunciar y luchar contra cualquier política fascistoide que puede estar en la agenda de los gobernantes para desbocarse contra las masas pobres que se levanten.

También esta crisis ha demostrado que los medios masivos de comunicación y las redes sociales controlados por la clase dominantes son un instrumento inmejorable para desarrollar medidas de control, además de ser ya una gigante maquinara de domesticación, difusión de falsedades y lavado de cerebros de las masas sobre todo de niños y jóvenes.

6. El mundo sabe que los capitalistas-imperialistas tienen arsenales de armas nucleares y supersónicas para destruir el mismo planeta, y la historia registra que han sido usadas contra la humanidad, como sucedió con los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki en 1945 por parte del ejército gringo. Además muchas otras armas de alta tecnología han sido usada en otras guerras e invasiones. En esta perspectiva el mundo sabe que los capitalistas-imperialista tienen instalados centros de desarrollo biológico, donde experimentan y manipulan material biológico, por lo que no es nada descabellado pensar que la burguesía imperialista de USA, China, Rusia o cualquier otro país imperialista, estén fabricando armas biológicas para la guerra. El mundo ha observado como los mismos gobernantes de USA y China en medio de la crisis del coronavirus han lanzado acusaciones de un lado y otro en torno al uso que estarían dando a esos super laboratorios de desarrollo biológico. Tampoco es descabellado que en la agenda por el poder mundial los capitalistas-imperialistas estén desarrollando armas biológicas para el exterminio y control de poblaciones. La misma pandemia que hoy vivimos puede ser un lamentable experimento de la locura capitalista-imperialista por hacer prevalecer sus intereses.

7. En tiempos de pandemia debemos tener presente que el crecimiento “anárquico” de la producción capitalista-imperialista ha roto el equilibrio entre la sociedad y la naturaleza, entre el hombre y la Pachamama; la sed por las ganancias toma a los ecosistemas como una mercancía y los destroza. Vivimos una emergencia ambiental a gran escala. El calentamiento global y la pérdida de los ecosistemas vitales hace que microorganismo hayan abandonado hábitats en donde antes permanecían quietos por siglos y sin ser riesgo para los humanos, pero ahora estos están más cerca y en contacto con la gente y pueden ser letales en ciertos casos. Algunas especies de animales y aves que también han perdido su hábitat pueden ayudar a trasportar algunos virus y bacterias que luego saltan a los humanos. Por otra parte investigaciones científicas demuestran que el cambio climático debilita los sistemas inmunes de las personas y los animales, lo que da luz verde para adquirir más fácilmente enfermedades y mayores complicaciones de salud. Sólo una profunda revolución social puede restaurar las relaciones de equilibrio entre el hombre y al naturaleza.

En este Primero de Mayo los proletarios de Ecuador y el mundo debemos aferrarnos mucho más a la misión histórica que tenemos para romper este sistema de opresión. Por décadas y décadas de vomitar calumnias rabiosas contra el programa comunista de los proletarios, los burgueses no han podido nublar su vigencia y verdad. El cobarde miedo que la burguesía holgazana tiene contra la fuerza del proletariado hace que tiemblen cuando oyen la palabra revolución. Está claro que ellos no tiene ninguna solución ni cura a los graves problemas que padecen millones de masas populares en todo el mundo, ellos son la enfermedad misma, ellos son el virus de la explotación y de la quiebra de los ecosistemas.

Si miramos alrededor muchos se pavonean como fuerzas “alternativas” y “progresistas”, del estiércol del posmodernismo aparecen discursos salpicantes y hasta radicales contra gobiernos y políticas de estado, pero nadie plantea una revolución radical contra el sistema. Algunos incluso ahora están despotricando agudamente contra el neoliberalismo, hasta ya ven su muerte definitiva, mientras comienzan a entonar melodías pro capitalismo de estado, pro socialdemocracia y estados keynesianos, es decir, empiezan a desempolvar la otra cara de la misma moneda capitalista-imperialista.

El proletariado y las clases populares no necesitan cambiar la forma en que les explotan, no necesitan a los burgueses neoliberales ni tampoco a la burguesía burocrática ligada al estado capitalista, no necesita ni el capitalismo neoliberal ni el capitalismo de estado, el proletario necesita la revolución socialista y comunista. Solo los proletarios de mundo tienen el programa político para salir de la locura capitalista-imperialista, la estrategia y la táctica para tomar el poder y construir un poderoso estado socialista. Como dice el lema leninista: "salvo el poder todo es ilusión". Necesitamos el poder y construir el Estado Proletario, como un instrumento ineludible y estratégico para pasar a la sociedad sin clases. No somos pequeñoburgueses anarquistas que deambulamos confundidos en estos temas, o curanderos del “socialismo del siglo XXI” que andan poniendo gasas a las llagas del capitalismo.

No queremos la normalidad capitalista-imperialista, necesitamos una verdadera revolución social. Eso no quiere decir que queremos hacer algunitos cambios o algunitas reformas dentro de marco del mismo sistema capitalista, nada de eso. Necesitamos derrocar de raíz a la burguesía y demás clases dominantes, se necesita desmantelar el Estado reaccionario de plano. Queremos un cambio radical sobre la propiedad de los medios de producción, queremos eliminar las relaciones sociales de explotación, queremos eliminar el sistema de clases, y queremos revolucionar todo el sistema de viejas ideas y moralidades caducas.
Esto parece que suena radical, pero eso es una Revolución Proletaria. No es un sueño, eso ya se hizo, la experiencia proletaria tiene cuatro cumbres: Comuna de París, Revolución Bolchevique, Revolución China y la Gran Revolución Cultural.

No queremos la normalidad capitalista-imperialista, necesitamos una verdadera revolución social. El movimiento proletario internacional por ahora es aún débil, lo mismo sucede en Ecuador, en donde aún no existe el grado organizativo ni el tipo superior de vanguardia que se necesita, pero ese es el reto de los que buscan de verdad luchar contra las causas reales de los problemas: ayudar a construir y desarrollar verdaderas organizaciones populares que nos lleve a dar pasos sólidos para engrandecer la dirección de lucha hacia los objetivos del proletariado y el pueblo.

Estamos viviendo la crisis del sistema capitalista-imperialista, esto significa grandes penurias para las clases oprimidas, los que pagaremos esta crisis seremos los trabajadores, obreros y campesinos pobres. Pero debemos estar de pie para revertir la situación, puede que estemos cerca de grandes jornadas de lucha al mismo tiempo. Hay una ley social que dice: "donde hay opresión hay resistencia", las condiciones objetivas están ahí, y las masas oprimidas saldrán a las calles y a las plazas, siempre ha sido así, la lucha va a estar presente, por ello es vital considerar aspectos de organización, de dirección y de LINEA para poder despertar e influir en las masas hacia los objetivos proletarios y revolucionarios.

Cuando hay la movilización y protesta de las masas, dentro de ese movimiento surge inevitablemente toda suerte de oportunismo y reformismo, y más cuando esas movilizaciones son de formas espontáneas. En octubre pasado se hizo evidente ello, politiqueros, reformistas profesionales y ongs, llevaron la dirección de la protesta y arrimaron la misma al marco del diálogo y la componenda con las fuerzas oficiales. Por ello y para avanzar en un proceso sólido y sostenido de los objetivos que perseguimos los proletarios, es prioritario tener presente siempre nuestra posición y LINEA, que eso se refleje en nuestras acciones y tareas por los caros intereses del proletariado y las masas populares.

El Bloque Proletario es un esfuerzo colectivo de clase, para ayudar a crear condiciones para que el proletariado y demás fuerzas populares aliadas de Ecuador puedan algún día tener un ascendente y sólido movimiento popular revolucionario y que pueda plantease las tareas que demanda un cambio social verdadero. Ratificamos nuestra firme convicción de seguir adelante.

¡PERSISTIR EN LA LÍNEA ANTICAPITALISTA, ANTIMPERIALISTA, ANTIPATRIARCAL Y ANTIREFORMISTA!
¡LA VISIÓN PROLETARIA NO ES DISMINUIR LA OPRESIÓN, SINO ELIMINARLA!
¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO REVOLUCIONARIO!
BLOQUE PROLETARIO-ECUADOR