A 75 AÑOS DEL FIN DE LA II GUERRA
MUNDIAL, LA BATALLA POR LA HEGEMONÍA SE ACENTÚA

Todos los gobiernos y estados
imperialistas hipócritamente están celebrando el fin de la II Guerra Mundial,
mientras se arman hasta los dientes y se preparan para una lucha más
encarnizada por el dominio mundial, en medio de una pandemia que “coincidentemente”
aparece cuando se empezaban a sentir los primeros efectos de la crisis
económica que el capitalismo-imperialismo viene arrastrando desde hace décadas,
y cuando los imperialistas de China y Rusia comienzan a endurecer posiciones
frente a al declive del dominio unipolar de Estados Unidos.
Cuánta miserable hipocresía cuando
cientos de miles de pobres están muriendo por el coronavirus en todo el Planeta
porque no hay dinero para la salud de los pueblos, mientras para el 2020 el
gasto militar a nivel global es de 1,9 billones de dólares, siendo el
presupuesto militar de Estados Unidos el más alto (738 mil millones USD), lo
cual explica por qué al gobierno de Trump no le inmuta los más de 75.000
muertos que ya deja el COVID19 en su propio territorio, más si tomamos en
cuenta que la gran mayoría son personas pobres: ancianos, negros, migrantes e
indigentes de las calles y las prisiones.
Cuánta saña y cinismo pues en medio de la
pandemia los imperialistas han continuado haciendo maniobras, reforzando
puestos militares estratégicos en todo el mundo, como los movimientos de
soldados de la OTAN denominado “Salvar Europa 20”, con el que han comenzado a
ensayar el despliegue rápido de tropas venidas de Estados Unidos por todo el
continente europeo, especialmente en los puntos más susceptibles: los países
fronterizos con Rusia.
Algunos puntos importantes que no hay que
perder de vista en esta coyuntura:
1. Geopolítica y lucha interimperialista
por la hegemonía.
El actual sistema
capitalista-imperialista se basa en la explotación de los países semicoloniales
para permitir la concentración y centralización de la riqueza en los países
imperialistas.
Es necesario precisar que dentro de los
países imperialistas a su vez hay una división en clases sociales, es decir, que
las clases económica y políticamente dominantes de esos países, también
explotan, sojuzgan y oprimen a sus propios pueblos.
Por otra parte, para que la dominación y
explotación global sea posible, los imperialistas cuentan con las clases
dominantes de las semicolonias como sus socias, aliadas, testaferros, títeres y
lacayas, es decir, que las clases dominantes de las semicolonias, junto con los
gobiernos y Estados semicoloniales, no responden a los intereses de sus propios
pueblos sino a los de sus amos extranjeros imperialistas.
Es por ello que la contradicción de clase
fundamental que se establece en estas condiciones a nivel mundial es: por un
lado, los imperialistas (incluidos aquí los gobiernos y Estados de los países
imperialistas, y, las clases dominantes, gobiernos y estados de las
semicolonias), y, por otro, los pueblos del mundo (incluidos aquí los pueblos
de los países imperialistas).
Por la propia naturaleza del sistema, los
países imperialistas también están en una lucha permanente entre ellos por el
dominio global (hegemonía), para defender los intereses de sus propias clases
dominantes y someter a sus rivales en la encarnizada disputa por materia prima
barata o gratuita, mano de obra barata o gratuita, y mercados para sus
productos e inversiones.
En esta contienda interimperialista por
la hegemonía, hay que tomar en cuenta que no todos los países imperialistas
tienen el mismo peso en la política internacional, ya que están divididos en
potencias y superpotencias.
Actualmente, al haberse consolidado
económicamente China, y Rusia en lo militar, asistimos al surgimiento de estas
dos como superpotencias imperialistas que disputan a Estados Unidos su dominio
unipolar ejercido por varios años luego de la disolución de la Unión Soviética
(URSS) en 1991.
Ha empezado entonces una reconfiguración
del poder entre las superpotencias imperialistas, a pesar de la “guerra
permanente” que EEUU inició con la Doctrina Bush en 2001 para mantener su
hegemonía, sobre todo ampliando su poderío militar sin precedentes, y aplicando
la “guerra preventiva”, para evitar que surja un rival que pueda oponérsele.
EEUU tampoco ha podido superar su crisis económica que era otro de sus
objetivos para mantenerse como la única superpotencia.
Si bien EEUU ha preservado la supremacía
en el terreno militar desde la desaparición de la URSS, el año pasado Vladimir
Putin anunció la entrada en operación de armamento de última generación, por
ejemplo los misiles hipersónicos (AVANGARD), que superan todo sistema de
defensa existente hasta la actualidad, lo que le colocaría a la punta de la
carrera armamentista de los imperios.
Por su parte China se va consolidando
como la superpotencia financiera, productiva y comercial. Aunque militarmente
no se equipara hoy a EEUU o Rusia, el presupuesto de China para gastos
militares sigue en aumento, por lo que EEUU tiene puesta su atención en el
rápido desarrollo y modernización que su rival asiático está haciendo en el
campo militar. Actualmente de los 10 bancos más grandes del mundo 5 son de
China, y está empezando a tomar cada vez más preponderancia el Banco Asiático
de Inversión en Infraestructura (AIIB por sus siglas en inglés), que es un
banco multilateral al cual están adheridos varios países de Europa y también de
Latinoamérica, (incluso Ecuador a partir del 1 de noviembre de 2019).
Para hacer frente a sus dos rivales y
continuar su dominio unipolar, EEUU sigue reforzándose militarmente, y para el
2020 cuenta con un presupuesto para la defensa de 738 mil millones USD, el más
alto del mundo, seguido por China que se estima que apenas destina entre 200 y
250 mil millones de dólares.
El presupuesto para defensa de EEUU
representa el 95% del total requerido por la administración Trump para
“seguridad nacional”, y según información oficial, solamente para la denominada
“ciberguerra” invertirán 9 mil 600 millones de dólares. Otros rubros
contemplados en este presupuesto para 2020 son: 14 mil 100 millones en asuntos
espaciales; 57 mil 700 millones para la fuerza aérea (la mayor del mundo); 34
mil 700 millones para las fuerzas navales que operan en todos los mares y
océanos del planeta; 143 mil 43 millones para compra de armamento y medios de
combate para las Fuerzas Armadas; 104 mil 294 millones para desarrollo e investigación
de nuevos armamentos y medios de combate.
También por datos oficiales se conoce que
USA mantiene 514 bases militares fuera de su territorio (Reporte de estructura
de bases del año 2018 del Departamento de Defensa).
Así las 3 superpotencias (Estados Unidos,
Rusia y China) continúan reforzando su fuerza militar, y otras potencias
imperialistas también están en el mismo camino pero con una enorme brecha, al
punto que para 2020 el gasto militar a nivel global es de 1,9 billones de
dólares (según una investigación de la Red de servicios profesionales
Deloitte), y se prevé que para el 2023 llegue a 2,1 billones USD.
2. Los imperialistas chinos y rusos
quieren presentarse como “el mal menor” frente al debilitamiento del Estados
Unidos.
La guerra interimperialista se da a todo
nivel, y el ideológico-comunicacional es clave en la actualidad.
Aprovechando el desconocimiento y la
desmemoria como sus mejores aliados el imperialismo impone sus “verdades”.
China y Rusia quieren aparecer como “opuestos al capitalismo”, señalando como
imperialistas únicamente a Estados Unidos. Todos sus acólitos de la izquierda
tradicional y de la corriente de Socialismo del Siglo XXI se hacen eco de esta
falsedad, (también en Ecuador por su puesto, sobre todo con los corruptos de
los dos últimos gobiernos pro-imperialistas de Correa y Moreno).
La gente común vive confundida pensando
que la actual Rusia y China son países socialistas o comunistas, cuando desde
hace años en esos países se restauró el capitalismo y no son más que potencias
imperialistas. La única diferencia es que en China y Rusia hay un capitalismo
de Estado que nada tiene que ver con socialismo.
Pero los imperialistas chinos y rusos
tratan de mantener esta farsa porque les conviene mostrarse como la alternativa
al decadente “capitalismo de occidente”. De allí que hasta hoy los
imperialistas chinos mantienen el membrete de “partido comunista”, cuando en
ese países se comenzó a restaurar el capitalismo desde 1976 con el golpe de
Estado de los nuevos burgueses encabezados por Den Xiaoping.
En el caso de Rusia la restauración del
capitalismo se dio mucho antes, siendo evidente que los nuevos burgueses se
hicieron del poder a partir de la muerte de Stalin y salieron a la luz
abiertamente en 1960 con Nikita Krushchev como su cara pública. Desde entonces
la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, devino en una
superpotencia “socialimperialista” (socialista de palabra imperialista en los
hechos).
En las siguientes décadas sin embargo,
esta superpotencia imperialista entra en una grave crisis económica que llevará
al desplome del capitalismo de estado soviético a finales de los años 80 y la
disolución de la URSS en 1991.
A partir de allí la Federación Rusa quedó
muy alicaída. En contrapartida el poderío de Estados Unidos como la única
superpotencia dominante se acrecentó, hasta la crisis de 2008, donde el imperio
norteamericano fue gravemente afectado al punto de no poderse reponer hasta la
actualidad.
Rusia por su parte comenzó poco a poco a
recuperarse económicamente en los últimos 15 años al verse nuevamente
fortalecido el capitalismo de Estado. Con Vladimir Putin en la presidencia los
imperialistas rusos comenzaron a dar un cambio de timón muy importante que les
ha llevado hoy a plantar una disputa por la hegemonía, por el momento en
alianza con China para enfrentar a Estados Unidos.
Como es lógico, siendo un militar y ex
agente de la KGB (Agencia de Seguridad del Estado), Vladimir Putin ha puesto
especial énfasis en rearmar a Rusia, que ha logrado en este momento desarrollar
una tecnología militar mucho más avanzada que los otros imperios.
Este carácter belicista de los
imperialistas rusos tiene que ser reforzado ideológicamente, y aquí no se puede
dejar de mencionar la alianza del Estado con la iglesia, y el poderío que tiene
la secta cristina ortodoxa, cuyo patriarca Cirilo llegó a señalar como un
“milagro de dios” la aparición de Putin y su ascenso al poder.
En ese empeño de reforzar ideológicamente
la aparición de Rusia como gran gendarme mundial que pone pecho a Estados
Unidos, los imperialistas rusos desde el 2008 comenzaron a realizar
“celebraciones” con desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú, reivindicando
el 8/9 de mayo como el día de la “victoria nacional”, secuestrando una gesta
histórica del Proletariado mundial como fue el papel decisivo del Ejército Rojo
de la URSS en la derrota del imperialismo alemán (fascismo nazi), en la II
Guerra Mundial.
A pesar que la pandemia hecho por tierra
la “gran celebración” que Putin preparaba con motivo de los 75 años del fin de
la II Guerra, los cielos de Rusia serán inundados con aviones como muestra de
que los nuevos zares están dispuestos a la conquista.
El Ejército Rojo de 1945 que hizo grandes
sacrificios para detener el avance de los imperialistas alemanes (fascismo
nazi), apoyado por el pueblo soviético, no tienen nada que ver con los nuevos
burgueses que hoy gobiernan en Rusia. Los hechos heroicos que permitieron la
derrota del ejército nazi, fueron en defensa del pueblo soviético, los pueblos
de todo el Planeta y la construcción del Socialismo, no tienen nada que ver con
la actual Rusia imperialista que sojuzga a su propio pueblo y a otros alrededor
del mundo.
3. El Proletariado y los pueblos del
mundo deben prepararse para las futuras batallas.
Es claro que la única manera de hacer
frente a la locura imperialista es con la lucha de los pueblos, y es allí donde
el Proletariado debe cumplir su papel histórico de direccionar la energía
revolucionaria para tumbar el sistema y avanzar a la transformación para
sustituir el capitalismo-imperialismo por el Socialismo y el Comunismo.
Para esto hace falta ir más allá de la
lucha espontánea de las masas que por razones lógicas se irá incrementando
frente al peso de la crisis. Aunque la presencia de las organizaciones
proletarias no es significativa en los actuales momentos a nivel mundial, el
Proletariado debe bregar por tener una mayor incidencia en el movimiento
general, caso contrario el descontento popular será canalizado para fortalecer
el sistema, y aprovechado por toda suerte de oportunistas reaccionarios o
reformistas.
Y esto sólo podrá hacerlo con
organizaciones fundidas en la LÍNEA POLÍTICA PROLETARIA y dando batalla sin
tregua a toda suerte de ilusiones burguesas y pequeñoburguesas de que es
posible cambiar la realidad de las masas empobrecidas dentro del propio
sistema.
Hoy más que nunca es vital que el
Proletariado y los pueblos del mundo estén conscientes de que por nuestra
sobrevivencia y la del Planeta hay que terminar con el
capitalismo-imperialismo.
Por ello nos parece importante:
1. Rechazar la hipocresía de la celebración
del “fin de la guerra”, cuando, tanto los imperialistas “occidentales” (Estados
Unidos y Europa), como Rusia y China, se están armando para una nueva
conflagración por el dominio global.
2. Rechazar rotundamente la utilización
por parte de los imperialistas de las gestas históricas del Proletariados y los
pueblos del mundo para sus protervos fines.
3. Reivindicar las gestas históricas del
Proletariado como parte de la lucha de los pueblos contra el
capitalismo-imperialismo, por la liberación y la construcción del Comunismo,
como lo fue la heroica hazaña del Ejército Rojo de la URSS para la derrota de
los imperialistas alemanes del Tercer Reich y sus aliados.
4. Poner en evidencia el carácter
imperialista de la actual China y Rusia, y su confrontación con Estados Unidos
como una disputa interimperialista por la hegemonía mundial.
5. Visibilizar la penetración del
imperialismo chino y ruso en nuestro país, ya que la lucha antimperialista no
puede reducirse a posiciones “antiestadosunidos”, aunque también es necesario
continuar denunciando las formas de dominación del imperio yanqui en el momento
actual.
6. Analizar los movimientos en el tablero
internacional de los gobiernos y estados imperialistas, capitalistas y
semicoloniales en el contexto de la reconfiguración del poder a nivel mundial.
7. Persistir hoy más que nunca en la
LÍNEA PROLETARIA antimperialista, anticapitalista, antipatriarcal y
antireformista, y rechazar las farsas del nacionalismo burgués y el
“antimperialismo” reformista que sólo sirven para desviar la lucha de los
pueblos al matadero de la democracia burguesa.
8. Para ello es fundamental buscar y
evidenciar como se manifiesta las contradicciones interimperialistas y de la
crisis general del sistema en nuestra realidad, así como hacer los análisis de
lo que ocurre en lo local en el actual marco de la disputa por la hegemonía.
9. Es imprescindible adoptar la posición
de que somos una trinchera en la lucha de los pueblos contra el imperialismo y
de que luchamos bajo las banderas del Proletariado mundial, enfrentando a
gobiernos y un estado semicoloniales, que en todo momento responde únicamente a
los intereses de las clases dominantes locales y sus amos extranjeros, y por
tanto visibilizar al enemigo principal oculto tras los títeres que cada tiempo
son remplazados vía elecciones burguesas u otros medios.
¡PERSISTIR EN LA LÍNEA ANTICAPITALISTA,
ANTIMPERIALISTA, ANTIPATRIARCAL Y ANTIREFORMISTA!
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