ES URGENTE QUE RECHACEMOS A LA MINERÍA IMPERIALISTA Y LOS PROYECTOS DE MUERTE EN EL ECUADOR
Desde que supuestamente nos convertimos en una nación independiente en 1830, nuestra economía siempre ha estado supeditada a los designios del extranjero. Nos dijeron que teníamos que ser un país de monocultivos de café, de cacao, de banano, y así lo hicimos. Nos dijeron que teníamos que ser un país petrolero, y así lo hicimos. Luego nos dijeron que teníamos que criar camarones, también lo hicimos. Y en cada una de estas épocas que tuvo su florecimiento, auge y crisis, se nos habló de la bonanza y la prosperidad que el modelo agroexportador y luego el extractivista traerían para el país, que saldríamos del “subdesarrollo”, que resolveríamos los problemas del desempleo, la pobreza y habría abundancia para todos.
Sin embargo, ¿cuál ha sido el resultado de todos estos modelos impuestos a lo largo de más de un siglo? El resultado está a la vista, si no fuera por los migrantes que aportan el segundo rubro después del petróleo, nuestro país tendría los niveles de pobreza que tienen Perú o Bolivia (países mineros dicho sea de paso).
Ahora nos dicen que debemos convertirnos en un país minero, ¿cuáles son las razones? De nuevo el viejo discurso del desarrollo, del empleo, del bienestar que el país tendrá con la explotación de los minerales, pero ¿por qué ahora sería diferente?, y más todavía, ¿por qué antes no logramos esto?
En una situación de dominio colonial, en donde Ecuador es una semicolonia, su economía y sus recursos sirven únicamente para el beneficio de los países que nos dominan, especialmente para los norteamericanos. En el modelo agroexportador, a más de imponernos el monocultivo, con sus secuelas ecológicas tan graves, nos convirtieron en productores de materia prima y compradores de productos elaborados, el típico ejemplo de la exportación de cacao y la importación de chocolate. Luego con la industria extractivista del “oro negro” ha sido igual. Exportación de petróleo, importación de gasolina. Y en ese intercambio desigual, nosotros vendemos materia prima barata y tenemos que adquirir los derivados a un precio mucho mayor, con lo que no tenemos ninguna ganancia real de la venta de nuestros productos y más bien tenemos que hacer préstamos para cubrir el presupuesto anual del Estado, con lo que nuestra dependencia económica se profundiza. A esto hay que sumar el hecho de que, en el caso del petróleo, su explotación siempre ha estado directamente controlada por las transnacionales. Empresas como Chevron Texaco, OXI, Perenco, Encana, entre otras (empresas chinas), son la viva muestra del saqueo imperialista directo que destruye nuestros territorios y la vida de las comunidades que en él habitamos. Nadie puede cegarse el horror de la lógica capitalista cuando entre 1972 y 1992 la empresa Texaco extrajo 1.5 mil millones de barriles de petróleo de Ecuador; durante el proceso intencionadamente vertió 19 mil millones galones de residuos en la región y derramó 17 millones de galones de petróleo, este es el único “desarrollo” posible que nos ofrece el capitalismo-imperialismo.
Resultado de todo esto: la concentración de la riqueza en los monopolios internacionales y en sus socios nacionales, en contrapartida para el pueblo más pobreza, enfermedades e irrespeto de nuestros derechos.
Entonces ahora nos presentan una nueva “alternativa de desarrollo”, una nueva panacea para nuestros males. “Empleo, empleo, empleo” dicen las propagandas de las empresas imperialistas que han comprado los medios de comunicación, y lo que es repetido por el gobierno “socialista” de Correa. Una mejor vida, un futuro de bienestar, en fin, con la minería terminarán todos nuestros problemas.
Sin embargo la realidad nos muestra que África que es un continente eminentemente minero, no es un ejemplo a seguir; en este continente están los países más pobres del mundo como Zambia que vive del cobre. De los países mineros de Latinoamérica la triste realidad también nos muestra la verdadera cara de la minería. Perú, Bolivia, Chile, Argentina, donde ya han anidado estas empresas, tienen gravísimos problemas ambientales y sociales que nada tienen que ver con ese paraíso que nos ofrecen las mineras.
La minería a gran escala es una imposición imperialista, que no responde a nuestras necesidades como nación sino que más bien profundizará nuestra dependencia, nuestro sometimiento. Ese es el problema de fondo que tenemos que entender.
Las mineras son el imperialismo vivo que se quiere instaurar en nuestro suelo como lo hicieron antes los monocultivos, las petroleras o las camaroneras. Lo único cierto de esta imposición es que se profundizará el circulo vicioso de la explotación despiadada de nuestros recursos dejando todos los daños ambientales y sociales a las comunidades locales. Sino veamos el ejemplo de las provincias de la Costa destrozadas por los monocultivos, contaminadas por toneladas de químicos que se ponen en las plantaciones de banano, los manglares destruidos por las camaroneras; y ni que decir del Nororiente destruido por las petroleras. Veamos también lo que ya sucede en nuestras comunidades afectadas por estos megaproyectos mineros donde incluso hemos visto el aparecimiento de bandas paramilitares en defensa de las transnacionales, donde el ejército ha enfilado sus armas contra la población y desconoce a las autoridades civiles para defender a los invasores canadienses-chinos, y recordemos que son las fuerzas armadas las que devoran uno de los más grandes porcentajes del presupuesto nacional luego de la Deuda Externa , en otra palabras, viven del petróleo y de los impuestos que paga el pueblo ecuatoriano. ¿Acaso no es suficiente tanto dolor, muerte, contaminación social y ambiental, para darnos cuenta de lo perjudicial que sería implantar en nuestras comunidades una industria totalmente agresiva contra la naturaleza, el ser humano y la vida como es la minería a gran escala?
Este problema es básicamente un problema de soberanía nacional. Por lo tanto como la lucha contra el Tratado de Libre Comercio o el rechazo de la OXI , creemos que es necesario incluir la resistencia a las transnacionales mineras en la “agenda nacional” de las organizaciones y el movimiento social ecuatoriano en su conjunto. Ecuador no debe ser un país minero, así como se dijo NO AL TLC, así como se dijo FUERA OXI, ahora es necesario decir NO A LA MINERÍA A GRAN ESCALA, FUERA LAS TRANSNACIONALES MINERAS.
Pero no basta únicamente resistir por resistir, debemos dotar a la lucha una dirección con una perspectiva estratégica hacia los intereses políticos de las clases populares, generar organizaciones populares que rompan la mezquindad de la politiquería, organizaciones populares que desenmascaren el carácter del estado burgués, no nos organizamos para ir a sostener ese estado burgués, no buscamos hacer presión para ir a recibir un hueso de las clases dominantes o conseguir diálogos con los gobiernos de turno.
El camino es luchar poniendo al desnudo al sistema capitalista, mostrar que este sistema es el causante directo de la emergencia social y ambiental en que vivimos. No sirve como sistema social porque no es garantía a una la vida digna de la mayoría de la gente, se basa en la explotación y el saqueo, creando pobreza, miseria y violencia. No sirve como sistema para precautelar el ambiental porque no cuida los ecosistemas, su dinámica económica y la de sus fuerzas productivas actúa hacia el fin de exprimir las máximas ganancias privadas, considera a la naturaleza una mera mercancía; el capitalismo ha diario genera toneladas de basura tóxica provocando la emergencia del calentamiento global que pone en grave peligro existencia misma del planeta.
Debemos trascender el estrecho horizonte onegeista o de personas de “buen” corazón que denuncian problemas o reclaman cambios pero sin cuestionar el orden capitalista-imperialista quedándose en las típicas críticas al “neoliberalismo”, al “estractivismo” o la “globalización”, conceptos que esconden la realidad imperialista en que vivimos, y sobre todo, la estrategia política que debemos accionar como clases y pueblos dominados.
De la misma manera, no estamos por “ampliar” la democracia burguesa haciendo presión para que nos regalen un carguito; no se trata de trabajar por un capitalismo más benevolente, ni tampoco por cumplir el papel de curanderos sociales limpiando el pus de las asquerosas llagas del sistema burgués como hace el señor Correa con su “revolución ciudadana. No, no se trata de escoger entre un “modelo neoliberal” o un “estado benefactor”, ambos regentados por el imperialismo, las diferencias entre estos dos modelos no son en torno si explotar o oprimir, sino en cómo hacerlo. Entonces, no se trata de aceptar de qué manera nos exploten u opriman, sino que, el camino es luchar para destruir el sistema y no maquillarlo.
Solo uniéndonos bajo principios políticos claros y haciendo esto una causa nacional, lograremos frenar la arremetida de las voraces transnacionales, que a costa de lo que sea quieren convertir a nuestro país en una gran cantera. Es por ello que es imprescindible rechazar los proyectos en la Cordillera de El Cóndor, cuenca del Zamora y del Cuyes, así como los que se encuentran en el bosque protector de Quimsachocha y en el Parque Nacional Cajas, en fin, rechazar al imperialismo minero donde se encuentre, y también a la minería nacional que está matando comunidades y ecosistemas. Unirnos en torno a la Coordinadora Nacional por la Defensa de la Vida y la Soberanía CNDVS para fortalecer este proceso organizativo que nació desde las comunidades de base afectadas y desde las organizaciones populares con el fin de enfrentar al imperialismo minero.
Debemos continuar abriendo el debate sobre este tema, educar a la población sobre lo que es minería a gran escala y también sobre la llamada “pequeña minería”, son pasos urgentes que debemos dar si queremos evitar este nuevo desastre, este nuevo asalto a la Pachamama y a la poca de soberanía que nos queda.
¡NO MINERIA A GRAN ESCAL Y DE MUERTE EN ECUADOR!
¡FUERA MINERAS IMPERIALISTAS!
¡POR LA UNIDAD Y LUCHA DE LAS CLASES POPULARES!
COORDINADORA CAMPESINA POPULAR CCP