Los
agronegocios y el control represivo: los pilares del gobierno de
Alianza
País en el campo.
Par el movimiento
proletario es vital la alianza obrera campesina. Esta unidad estratégica tiene
plena vigencia hoy en día, pues nuestro país está constituido todavía por una
considerable masa de campesinos medios, pobres y sin tierra, los cuales viven
sometidos a la explotación y a la marginalidad de todo tipo.
La cuestión campesina
debe ser seguida paso a paso por las fuerzas revolucionarias, conocer su realidad, la dinámica de los cambios y nuevas
contradicciones que aparecen, son aspectos medulares para tomar decisiones en
la lucha popular. Un movimiento campesino de nuevo tipo debe construirse sobre
las bases de un programa verdaderamente comunista, sobre un proceso que busque
cambiar radicalmente la sociedad, en ello el papel de campesinado como fuerza
aliada deberá cumplir todo su despliegue democrático y progresista que enrumbará
a la sociedad al socialismo y al comunismo.
Desde luego hacer una
revisión de la realidad campesina en nuestro país implica poner la lupa a
Ecuador en medio de las relaciones sociales y de poder en un contexto global de
la dominación capitalista e imperialista.
Los países oprimidos
como el nuestro están estructuralmente subordinados al imperialismo, su
estructura económica y productiva está determinada y distorsionada por fuerzas
externas a ella, más concretamente las economía de los países oprimidos
dependen de las inyecciones de capital extranjero, de las demandas de los
países imperialistas y de la división internacional del trabajo imperialista. Desde
luego, las naciones oprimidas como Ecuador son parte integrada de una economía
unificada mundial, esto no significa que sólo llevan el sello de una relación
externa de dependencia, sino que también
el imperialismo es interno a los países oprimidos, en la medida que está
integrado a la estructura de clase y al nivel del aparato productivo de estos
países. El carácter semicolonial de nuestro país responde a esta lógica y leyes
del sistema capitalista imperialista, en donde no se puede ni soñar en crear
una base y desarrollo de una economía autónoma e independiente sin romper con
este sistema de explotación.
Las clases dominantes
desde hace décadas atrás han venido implementando distintas medidas de reformas
agrarias en función de proteger a la gran propiedad exportadora, a los terratenientes
y campesinos ricos. Dichas políticas no han estado dirigidas a democratizar las relaciones de propiedad y
poder en el campo, sino más bien, uno de sus
objetivos ha sido desviar la lucha de clases en el sector rural, tirando
a la mesa de la negociación y la componenda los conflictos y reivindicaciones
populares, hechos históricos negativos para el campesinado y el movimiento
proletario en general, acaecido en contubernio con la dirección y práctica reformista
de los partidos de la izquierda y del llamado movimiento social indígena, cuyo
colaboracionismo ha desviado el carácter democrático y revolucionario de los
pobres del campo.
En la historia política
del Ecuador, gobiernos liberales como gobiernos socialdemócratas han gerenciado
el estado burgués, ambas modalidades a su turno - unos poniendo más énfasis en
medidas neoliberales y los otros embarcándose en el curanderismo
asistencialista estatal- sirven a los intereses de la dictadura burguesa, son dos
caras de una misma moneda de opresión que despliega la burguesía y el
imperialismo en cientos de países oprimidos como el nuestro. Cada gobierno que
ha dirigido el estado burgués ha incursionado en una serie de programas
dirigidos hacia sector del agro, la mayoría bajo los parámetros del llamado
“desarrollo rural integral”, modelos que han rayado en necias políticas
asistencialista, proyectistas-desarrollistas y clientelares, las que ha servido
para mantener y agravar las injustas relaciones sociales y de propiedad en el
campo, proteger y nutrir de infraestructura a los agronegocios capitalistas, a
los terratenientes y gamonales ha sido
la línea constante.
De ahí que Ecuador hoy
por hoy lleva la delantera en el continente en cuanto a las desigualdades en el
acceso a la tierra, cuyo coeficiente Gini alcanza el 0,81. La concentración de
la tierra está en manos de un segmento minúsculo y privilegiado de burgueses y
terrateniente, el 47% de las tierras pertenecen al 0,68 de la población
nacional, las upas de más de 500 hectáreas que reflejan un 0,16% de las
unidades productivas representan como el 16% del total de las tierras. En contraste tenemos que 64% de unidades productivas de menos de 5
hectáreas apenas corresponde el 6, 53% de la superficie de la tierras, existen
según datos oficiales como alrededor de unas 165 mil upas del tamaño de media
hectárea, son minifundios que no garantizan ninguna generación de condiciones
de vida dignas, no generan garantía ni en productividad ni empleo, más cuando
los pobres del campo tiene sus retazos
en lugares áridos y sin agua.
El cuadro de abajo nos
describe la injusta distribución de la tierra.
El gobierno de Alianza País
representa la suerte de una socialdemocracia en términos ideológicos pero en la
práctica política cumple a raja tabla políticas abiertamente neoliberales, y
quizás, en lo referente al agro, este gobierno reaccionario cumple con más
devoción con los requerimientos que pide
el agro capital.
Este gobierno se inauguró bajo el
llamado y aprobación de una nueva reforma jurídica, el mecanismo de llamar cada
vez a una Constituyente ha sido una eficiente táctica de parte de las clase
dominantes para re oxigenar el podrido estado burgués, de ahí que la última
Constituyente que culminó como una nueva Constitución aprobada en el 2008 fue
otro acontecimiento que sembró ilusiones constitucionales y legales a una
mayoría encandilada y sin consciencia política.
Los capítulos de la Constitución
sobre el Buen Vivir y lo que se escribe en el Art. 281 referente a la Soberanía
Alimentaría, quizás sea lo más cínico y demagógico que se haya aprobado para
engañar al pueblo. La triste realidad es que los millonarios dueños de los agros
negocios tanto en la sierra como en la costa están haciendo su agosto bajo la
tutela de las políticas y burocratismo parasitario implementado para el agro
por el gobierno de Alianza País, no es pura coincidencia que los mayores
índices de pobreza estén en el campo, y localizados alrededor donde operan los
negocios capitalista del agro.
En nuestro país desde los años
ochenta se viene desarrollándose una ola de actividades productivas ligadas a
empresas capitalistas, estás se han ido posesionando en cultivos extensivos
como la palma africana y plantaciones forestales, actividades sobretodo
localizadas en la costa. Estos agronegocios junto a los ya tradicionales como
el banano, la caña de azúcar, el café y el cacao son actividades que han
generado enorme impacto sobre la concentración de la tierra y la
proletarización de miles de pequeños campesinos que han sido absorbidos como
mano de obra barata para dichas empresas. Los pequeños campesinos han sido
forzados por una serie de maniobras a tener que vender o ceder la tierra a los
capitalistas del agro, es evidente en estas zonas la desarticulación de la
estructura campesina, de la pequeña propiedad y el surgimiento de trabajadores
rurales. Se debe agregar además del grave impacto ambiental que significa este
tipo de actividad, tanto para el suelo, los bosques y el agua.
A la par en la sierra norte de
Ecuador los agronegocios dedicados a la exportación de productos no
tradicionales han crecido, cultivos de flores, brócoli, espárragos y alcachofa
son negocios que cubren el paisaje campesino. Esta actividad capitalista ha
encontrado en las comunidades campesino-indígenas algunas ventajas competitivas,
sin tener que invertir en enormes cantidades de tierra se beneficia además de
un enorme ejército de reserva de mano de obra barata, las misma reproducción de
esta fuerza laboral no está a cargo de las empresas pues muchos de estos
trabajadores complementan actividades productivas todavía en sus pequeñas
parcelas, lo que significa mayores ventajas para los capitalistas. Aunque los agronegocios no han acaparado significativas
extensiones de tierra en cambio han monopolizado el agua, ya que actividades
como las de las florícolas requieren enormes volúmenes de agua, lo que ha
causado graves problemas con las
comunidades locales tanto en su abastecimiento como la contaminación con
residuos químicos provenientes de estas empresas.
Si bien, en estos últimos años el
campo ecuatoriano ha visto la creciente actividad de los agronegocios
capitalistas para la exportación, todavía en muchas partes del país una serie
de relaciones precapitalistas están al orden del día, muchas formas de
explotación semifeudal están ligadas a
la producción agropecuaria, con más relevancia en las actividades ganaderas.
Por ejemplo en la Provincia de Morona Santiago en donde miles de hectáreas
están dedicadas a la ganadería -que provee de carne a ciudades como Cuenca,
Riobamba y Guayaquil- es muy común la utilización de las vaquerías y años
corridos, personas que son explotadas por gamonales y campesinos ricos, incluso
con la vil explotación de mujeres y niños. Aquí ninguna legislación laboral es
aplicada.
Si como vemos, son los agronegocios
capitalistas los que sea han ido
consolidando en el campo y junto a ello la supervivencias de la semifuedalidad,
la actuación del gobierno de la llamada “revolución ciudadana” has sido solapar
y mantener estas estructuras, en ese sentido ha ido dando los mismos pasos
burocráticos y asistencialistas semejantes a los de anteriores gobiernos, con
una serie de programas intrascendentes que no reflejan lo que ellos mismo
demagógicamente han aprobado. Por ejemplo, la Ley Orgánica del Régimen de
Soberanía Alimentaria aprobada en el 2009, habla de dos objetivos por
conseguir: 1. La política de tierras
orientada a frenar la concentración de este recurso y disminuir el alto índice
de Gini; y 2. Convertir a la agricultura familiar en el eje central de las
políticas públicas orientadas al desarrollo rural y a la soberanía alimentaria.
A esto no olvidemos lo del “buen vivir” y a lo que podemos agregar lo de
“economía social y solidaria” otro slogan de este cuento.
Como es que se dice que se quiere
frenar la concentración de la tierra y democratizar el campo en el país cuando
agronegocios como la palma africana y los mismos ligados a la caña de azúcar y a
la producción de banano poseen enormes haciendas con miles de hectáreas. Como
piensa el gobierno redistribuir la tierra si no ha afectado ni un centímetro de
estas haciendas capitalistas para darles a los pobres sin tierra, como piensa
democratizar el campo el gobierno de Alianza País si apenas ha repartidos un
par de fincas de algunos deudores entre algunos oportunistas y clientelares que
actúan bajo la fachada de asociaciones campesinas. Y que se dice del tal
llamado “fondo de tierras”, si la mayoría de la tierra y las mejores tierras
está en manos de los capitalistas dueños de los agronegocios. Cínicamente
algunos de estos tecnicuchos verdes hasta hablan de estar haciendo la “revolución”
agraria, la única verdad es que el cinismo y la demagogia son políticas de
estado de este gobierno vendepatria.
¿Y qué de convertir la
agricultura familiar en el eje de las políticas públicas? Algo muy claro: más
mentira y más demagogia. ¿Sabe el pueblo ecuatoriano y el campesinado lo que
han hecho los burócratas del Magap? Nada más que aliarse con los agronegocios.
El Magap junto a otros organismos y ministerios propone para el desarrollo rural encadenar a los pequeños
productores a las garras de los buitres de la agroindustria capitalista, han
creado El Programa Nacional de Negocios Rurales Inclusivos “PRONERI”, un
programa copiado de ongs extranjeras que tiene la finalidad de hacer convenios
con las empresas del agronegocio, según ellos dicen que esto procurará a los
pequeños productores asegurar de mercado estable para sus productos. El Magap
ha establecido a 10 empresas que integrarán la producción campesina, entre
ellas están: Nestlé, Energy Palma, Floralp, Nintanga, Agroparaíso, Transmar,
Triari, Canolandia, Cuycuna, El Ordeño, Ecuavegetal, Agroficial, Palmeras del
Ecuador, Providencia. Es decir las empresas que están quebrando y matando a la
pequeña producción campesina resultan que son las aliadas para el Magap y las
encargadas de impulsar la pequeña economía campesina. ¿Será que poner bajo el
control de los agronegocios a la pequeña
producción campesina significa a convertir a la economía familiar en el eje del
desarrollo? Desde luego que no.
Un ejemplo muy evidente que
describe quien se enriquece con la llamada “revolución ciudadana” es el caso de
PRONACA. Esta empresa monopoliza el
negocio del maíz duro, la producción de balanceados y los integrados de
pollos, pavos, chanchos, además de palmito, y la producción de conservas de
productos agrícolas. Se ha beneficiado de los famosos mecanismos que integran a
los campesinos a las empresas capitalistas siendo estas las que controlan toda
la cadena agroindustrial de productos agrícolas y ganaderos, han convertido a
una gran masas de pequeños productores en asalariados de sus empresas
haciéndoles creer el cuentos que son empresario activos, se le a hecho firmar
contratos en donde ellos determinan los precios y los volúmenes de producción,
y con fuertes castigos si hubiera incumplimientos, así podríamos decir que las
economía familiar más bien está integrada a los intereses de los agronegocios,
a su lógica productivista y mercantil.
¿Será que el buen vivir en el
campo llegará con la implantación de cultivos extensivos de caña para producir
etanol? ¿Y qué podemos esperar del famoso Socio Bosque basado en las
directrices del programa imperialista REDD y mercado del carbono? Verdad que el
buen vivir no va llegar con las formulas del capitalismo verde. Y desde luego
que no con lacayos que acaban de firmar un TLC con la comunidad europea en perjuicio
de miles y miles de pequeños productores del campo ecuatoriano.
Pero no solo ha sido eso, no hay
que olvidar la política reaccionaria del llamado “areteo” del ganado, una
medida que llevó al rechazo del campesinado en general, por ser un mecanismo de
mayor control al campesinado, pero quiso imponerse con una enorme propaganda
llena de demagogia y engaños.
También el campesinado consiente
ha estado rechazando las medidas “regularizadoras” que los burócratas de
Agrocalidad quiere implementar, estas políticas antipopulares ordenadas por los
agronegocios que busca sacar del mercado a los pequeños productores, bajo la
mañosa formula de la regularización de los “estándares sanitarios”, acusando a
los campesinos de desaseados e ignorantes, estas medidas directamente tratan de
beneficiar a los monopolios capitalistas de la
leche, yogurt y del queso.
Otra gran amenaza a la vida
campesina ha sido el tratar de implementar los mega proyectos de minería, este
tipo de industria es considerada como la más agresiva no solo en cuanto a los
impactos ambientales que genera sino también por el despojo de la tierra y de
las fuentes de vida del campesinado. El gobierno de Alianza País se ha
convertido en el gendarme de las corporaciones imperialistas mineras.
Todo esto nos hace comprender el
carácter represivo de este gobierno, en especial la persecución y
criminalización contra la protesta que
han venido llevando a cabo con justa razón las comunidades campesinas. Si su
afán es defender los intereses de los agronegocios, el de las
corporaciones mineras y petroleras
entonces es claro su carácter controlador y el uso de las fuerzas policiales y
sus órganos judiciales para reprimir al pueblo. Nunca antes se ha visto como un
gobierno persigue y criminaliza la protesta de los pobres del campo, mujeres
campesinas, dirigentes campesinos han sido encarcelados y judicializados bajo
delitos de sabotaje y terrorismo en este gobierno. Se ha implementado un enorme
aparato para reprimir y controlar y una red de agentes políticos camuflados.
En conclusión se puede decir que
ningún gobierno de turno sea este neoliberal o socialdemócrata y que
responde los intereses del sistema
capitalista imperialista tiene la solución para resolver la cuestión campesina.
Las políticas asistencialista y
clientelares del actual gobierno que ha llevado al MAGAP a reunir en un
combo institucional bajo denominaciones como CADERS, PRONERI, PIDAASSE,
legalización masiva de tierras, innovación de tecnologías, redes de
comercialización, etc. son el fiel reflejo del burocratismo enfermizo de una
estado semicolonial, sujeto a la penetración imperialista y los intereses de
las clases dominantes locales.
Ya pasó el tiempo en que la
burguesía de los países oprimidos con sus ínfulas nacionalistas y patrioteras
–como bien se les puede encasillar a algunos miembros dirigentes de Alianza
País- puedan soñar con hacer la
revolución democrático – burguesa, o buscar dizque un desarrollo capitalista
autónomo, sólo en la mente politiquera de Correa y sus huestes borreguiles
habitan slogans como “cambiar la matriz productiva”, el carácter de clase al
que están atados ellos y su movimiento tan sólo les condiciona a ser curanderos
del capitalismo, a disfrazar la pobreza y las miserias del sistema con bonos y
parches dentro del marco que les permite el capital. El resto es cuento y
demagogia.
Sólo la revolución social
comandada por el proletariado y su vanguardia, desplegando la estratégica alianza obrero- campesina y
destruyendo el estado burgués, puede desatar el camino democrático popular y
devolver la tierra a los campesinos sin tierra, pero no únicamente eso, lanzará
la lucha de clases en el campo a un nivel más elevado, los trabajadores del
campo y la ciudad comandarán un poderoso movimiento de socialización del campo,
bajo los principios de la solidaridad y equidad harán florecer del suelo comida acorde a las necesidades nutritivas, de salud
y preservación de los ecosistemas, se podrá planificar en armonizar la vida del
campo y la ciudad, desarrollar la industria y la tecnología al servicio de las
masas populares y tomar decisiones contundentes para el cuidado de la
naturaleza. Nos volveremos más humanos y más parte de la naturaleza, sin las
trabas de un sistema clasista y sin la ganancia privada de por medio daremos un
enorme paso al futuro.
Coordinadora Campesina
Popular CCP