lunes, 23 de diciembre de 2013

Un Artículo de la Revista Conciencia Revolucionaria


El fascismo del siglo XXI y la revolución ciudadana: un breve esbozo sobre la forma de gobierno que ha asumido el Estado ecuatoriano

19 de diciembre de 2013

El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado. Mussolini

Motivo de polémica ha sido la caracterización del gobierno actual, especulaciones por doquier se han tejido sobre ello desde varias organizaciones, partidos, sectores sociales e intelectuales. Se ha manifestado que la revolución ciudadana es un proyecto socialista, socialdemócrata, neo constitucional, reformista, nacionalista, progresista, neoliberal, keynesiano, un sinfín de denominaciones y membretes  que no reflejan sólidamente sus características. Los cambios de opinión en ese sentido han estado al orden del día, demostrando un eclecticismo ideológico arraigado históricamente en nuestro país.  La izquierda capitalista ha ido mutando su posición demostrando su ambigüedad y oportunismo, si un día lo tildaron de revolucionario, hoy lo califican de todo lo contrario.

El Movimiento Vientos del Pueblo manifestó desde un inicio que este es un gobierno del capital, representante de varios sectores de la burguesía tradicional y de una capa de nuevos ricos arribistas que utilizan el aparato de Estado como eje de acumulación. Es decir un defensor más del Estado burgués y el statu quo. Lo que estaba por determinar en esos momentos era la forma de gobierno que iba adoptar. Después de observar y palpar  en la práctica varias de sus políticas lo definimos como un gobierno fascista por su forma de gestión y administración del Estado. Creemos indudablemente que dicha caracterización no puede estar guiada por un emocionalismo abstracto que toma como eje únicamente las variantes represivas directas, sino especialmente su dinámica corporativa. En ese sentido cabe señalar que no se ha ido convirtiendo en fascista, como sostienen algunos académicos, por las circunstancias coyunturales, sino que desde un inicio ese ha sido su carácter. Y debemos precisar además qué el tipo de fascismo desarrollado en países semi-coloniales no es exactamente el mismo que se aplicó en la Europa de la primera mitad del siglo pasado, sin embargo conserva algunos de sus rasgos estructurales.

El fascismo emergió en la sociedad europea para salvar al capitalismo de la crisis, combatiendo a la vez el auge del movimiento proletario. En América Latina surge en un momento en el que la crisis económica y política había generado un descrédito institucional generalizado donde la democracia burguesa se encontraba seriamente deslegitimada. Emerge para salvar los Estados en crisis, modernizándolos y readecuándolos para las necesidades actuales de acumulación del capital imperialista. 

Para sostener dicho planteamiento es básico comprender qué es el fascismo puesto que existen varios sectores que identifican a éste únicamente como una forma de gobernar militarista y abiertamente dictatorial, dejando de lado varios elementos claves que son los que en esencia definen a tal corriente política. El fascismo restringe al máximo las mismas libertades democráticas burguesas como el “derecho de asociación”, la “libertad de expresión”.  Además es importante precisar que el fascismo no introduce sus políticas inmediatamente sino que lo va haciendo gradualmente.

Las principales aristas que nos permiten tipificar al gobierno como fascista son las siguientes:

a) El Estado interviene directamente en la economía a través de un plan dirigista y centralizador que asegura las ganancias de los monopolios burgueses tradicionales y de una nueva capa de ricos que utiliza a éste como eje de acumulación, configurando una alianza más directa entre el capital privado y el capital estatal, siendo el segundo el que alienta muchas veces los negocios de los primeros a través de inversiones directas o indirectas en determinados sectores.

b) Una de las estrategias del gobierno que mayor pe­ligro representa es sin duda su política corporativa, la cual pretende controlar y manipu­lar a los sectores populares mediante la creación o dirección de organizaciones que logren que desconozcan sus intereses y acepten los del go­bierno y la burguesía. Es una forma de “incluir” al pueblo para dominarlo. La corporativización fue-y es- una estrategia puesta en marcha por gobier­nos fascistas y utiliza dos variantes esenciales: la cooptación de organizaciones ya constituidas, o la creación de instancias o espacios regidos desde el Estado o sus instituciones –municipios, minis­terios-. La cooptación se refiere a adueñarse de la dirección de organizaciones ya formadas para ponerlas al servicio de los objetivos gubernamen­tales; y si esto no es posible o suficiente, apelan a la creación de organizaciones nuevas que no re­presenten al pueblo sino a los explotadores, pero que su cuerpo social sea popular. En ello la bur­guesía cuenta con la complicidad de los partidos o movimientos autode­nominados de “izquierda”, que avalan e impulsan esa política; además de ministerios y secretarías destinadas precisamente para ello, como la Se­cretaría de Pueblos, o el Ministerio de Inclusión Económica y Social. Ejemplos hay muchos, lo más evidentes son a nivel obrero la Confederación Sindical Ecuatoriana CSE, la Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE; en el campo estudiantil la Red de Maestros por la Revolución Educativa, el Movimiento Nueva Universidad, la CEUPE, además de asegurarse la dirección de las universidades a través de los rectorados con personajes serviles a la política gubernamental como Edgar Samaniego; en el campesinado ecuatoriano actúan la FEI y la FENOCIN además de una importante penetración en las bases de la CONAIE; la CUTTAE cumple el mismo papel en las organizaciones de pequeños comerciantes o trabajadores autónomos; los Comités de Defensa de la Revolución CDR; o comités barriales que apoyan directamente o se ven manipulados para hacerlo. Partidos políticos como el PCE o PSE que respaldan abiertamente al gobierno, o el MPD y la Conaie que también lo han respaldado en sus propósitos Además de organizaciones que se hacen pasar como neutrales o que apoyaron al gobierno en sus inicios. Esto ha sido clave para que el gobierno avance en la introducción de reformas jurídicas y políticas donde estas organizaciones han velado o neutralizado el entendimiento del perjuicio que representan estas medidas para los sectores populares.

c) Modernización del aparato de Estado para que sirva de mejor manera a los intereses de la clase dominante y especialmente a los intereses de la fracción gobiernista.  Control e injerencia del Estado sobre todos y cada uno de los ámbitos de la súper-estructura, manejando a su antojo la cultura, la educación y la comunicación. Busca garantizar la unidad monolítica del Estado, la supremacía de éste sobre todo el cuerpo social, sobre los derechos, sobre los individuos, sobre las organizaciones sociales. Todo desde el Estado, nada fuera de él.

d) Socialismo de palabra: El fascismo se disfrazó desde sus inicios como socialista por la simpatía que representaba este término en la clase trabajadora y como mecanismo para dorar la píldora mostrándose como representante de los sectores populares. El  gobierno actual, que se inscribe dentro del denominado socialismo del siglo XXI, se ha autocalificado como revolucionario, nacionalista y antiimperialista, pretendiendo mostrarse como defensor del interés popular para que las medidas que implementa cuenten con un apoyo directo o por lo menos con menor resistencia.

e) Uno de los hechos característicos del fascismo es apoyarse en un aparataje de propaganda que sostenga su farsa, utilizando un bombardeo sistemático de publicidad oficial y controlando estratégicamente varios medios masivos. El gobierno actual comprende a la comunicación como eje fundamental de dominación ideológica, como factor clave para sostenerse. Bien dice el adagio fascista: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. No importa cuál sea la situación real de una problemática, proceso o acontecimiento, lo que dice el gobierno se extiende velozmente al imaginario colectivo a través de los diferentes canales de difusión que posee. El gobierno se convierte no sólo en elemento central de la opinión pública sino en el generador de ésta.   El Estado ha pasado de ser un ente sin mayor control de los medios, a constituirse en un monopolio de gran influencia. Si antes poseían un canal nacional de televisión que no lo miraba nadie, y un par de radios, en la actualidad controla cinco canales de televisión: Gama TV, TC, Cablenoticias, Cabledeportes,  y Ecuador TV; varias radios como Super-K, Sonorama, Universal y medios impresos como El Ciudadano, El Telégrafo, el Periódico Popular;  además agencias de noticias como ANDES. Esto es complementado por cadenas nacionales difundidas permanentemente y las sabatinas que las radios tienen la obligación de pasar. Pero el gobierno no se queda sólo en la influencia a través de los medios o vallas publicitarias, sino que tiene sus grupillos que hacen propaganda callejera, etc.Se ha generado un estado de propaganda dirigido por el oficialismo donde éste  se convierte en un permanente constructor de realidades.

f) Un régimen presidencialista: En las estructuras fascistas se ejerce una notable influencia y control desde el ejecutivo sobre las demás funciones del Estado. El manda­tario se asegura el control de toda la estructura estatal, y lo hace de manera directa o a través de concejos creados, donde el Ejecutivo tiene parti­cipación mayoritaria e influencia permanente. La auto­ridad de la Presidencia en las otras funciones del Estado ha sido evidente mediante la presión a la función legislativa para la aprobación de leyes; a través del reordenamiento judicial llevado a cabo desde la Presidencia; o con el control político sobre las funciones electoral y de transparencia y control social.

g) Caudillismo: Este gobierno hace emerger a un caudillo autoritario y populista que emerge como figura central del “proceso revolucionario”. En él se condensan las supuestas aspiraciones de los sectores populares, construyendo una imagen mesiánica hacia la cual hay que guardar lealtad, respeto y deferencia. Es el líder sobre el cual se levanta el proceso y sin el cual no puede llevarse a cabo. Muchas veces se acusa a los propios funcionarios del régimen de cometer errores o desviaciones que son solucionadas o criticadas por el caudillo. Existe una relación jefe-masa sin intermediarios, un vínculo de palabra entre el líder y el pueblo.

h) La modernización de los cuerpos represivos del Estado y el desarrollo de una cultura policial en el conjunto de la sociedad son dos elementos fundamentales de la política fascista del gobierno. La inversión en equipamiento y tecnificación de los cuerpos represivos con la excusa de luchar contra la delincuencia legitiman la espía permanente y el control absoluto de los movimientos de individuos u organizaciones que no son afines al gobierno. Colocación de ojos de águila, creación de unidades policiales y militares que trabajan en inteligencia, represión directa, son algunas de las “bondades” del régimen.

i) Un sentimiento patriotero que realza los valores nacionales de una manera demagógica, con un discurso antimperialista pero con una práctica afín a los intereses de las potencias extranjeras que profundiza el carácter semi-colonial del país.

j) Recrea en el imaginario social la existencia de “enemigos de la revolución”, que no son sino antagonistas de fantasía que no tienen discrepancias esenciales con el gobierno. Esto pretende configurar una variante victimista y revanchista que genera una polarización que contribuye a que el gobierno avance en sus planes y políticas contando con cierta legitimidad en las masas por la rastrera imagen que tienen algunos de los grupos “opositores”.

k) Imponer sus criterios a base de la fuerza no sólo represiva sino de la calumnia, la difamación y el temor a las represalias, criminalizando la lucha social y cualquier tipo de protesta que venga desde los sectores populares, censurándolas, fomentando un marco institucional y jurídico destinado a ello.

l) Se muestra como una tercera vía opuesta al liberalismo burgués y al “extremismo” de la izquierda revolucionaria. Genera un revolucionarismo verbal y un conservadurismo sustancial que se mitiga por el asistencialismo.

El gobierno ha avanzado en esta política fascistoide que implica no sólo la persecución directa, sino la criminalización de la lucha social, el caudillismo, el control omnímodo del ejecutivo sobre todo el cuerpo social, un aparato de propaganda dirigido por el oficialismo para sostener su farsa y especialmente la corporativización de la dinámica social y popular a través de las diversas estructuras del Estado.  Es importante para los sectores populares comprender que el Estado burgués puede asumir las más variadas formas de gobierno, y cualesquiera que utilice siempre continuarán defendiendo los intereses de la clase dominante, sin embargo es necesario realizar una caracterización en ese sentido para poder actuar de una manera estratégica desde los proletarios y los sectores populares.