El
fascismo del siglo XXI y la revolución ciudadana: un breve esbozo sobre la
forma de gobierno que ha asumido el Estado ecuatoriano
19 de diciembre de 2013
El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del
pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el
pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado. Mussolini
Motivo de
polémica ha sido la caracterización del gobierno actual, especulaciones por
doquier se han tejido sobre ello desde varias organizaciones, partidos,
sectores sociales e intelectuales. Se ha manifestado que la revolución
ciudadana es un proyecto socialista, socialdemócrata, neo constitucional,
reformista, nacionalista, progresista, neoliberal, keynesiano, un sinfín de
denominaciones y membretes que no reflejan sólidamente sus
características. Los cambios de opinión en ese sentido han estado al orden del
día, demostrando un eclecticismo ideológico arraigado históricamente en nuestro
país. La izquierda capitalista ha ido mutando su posición demostrando su ambigüedad
y oportunismo, si un día lo tildaron de revolucionario, hoy lo califican de
todo lo contrario.
El
Movimiento Vientos del Pueblo manifestó desde un inicio que este es un gobierno
del capital, representante de varios sectores de la burguesía tradicional y de
una capa de nuevos ricos arribistas que utilizan el aparato de Estado como eje
de acumulación. Es decir un defensor más del Estado burgués y el statu quo. Lo
que estaba por determinar en esos momentos era la forma de gobierno que iba
adoptar. Después de observar y palpar en la práctica varias de sus
políticas lo definimos como un gobierno fascista por su forma de gestión y
administración del Estado. Creemos indudablemente que dicha caracterización no
puede estar guiada por un emocionalismo abstracto que toma como eje únicamente
las variantes represivas directas, sino especialmente su dinámica corporativa.
En ese sentido cabe señalar que no se ha ido convirtiendo en fascista, como
sostienen algunos académicos, por las circunstancias coyunturales, sino que
desde un inicio ese ha sido su carácter. Y debemos precisar además qué el tipo
de fascismo desarrollado en países semi-coloniales no es exactamente el mismo
que se aplicó en la Europa de la primera mitad del siglo pasado, sin embargo
conserva algunos de sus rasgos estructurales.
El
fascismo emergió en la sociedad europea para salvar al capitalismo de la
crisis, combatiendo a la vez el auge del movimiento proletario. En América
Latina surge en un momento en el que la crisis económica y política había
generado un descrédito institucional generalizado donde la democracia burguesa
se encontraba seriamente deslegitimada. Emerge para salvar los Estados en
crisis, modernizándolos y readecuándolos para las necesidades actuales de
acumulación del capital imperialista.
Para
sostener dicho planteamiento es básico comprender qué es el fascismo puesto que
existen varios sectores que identifican a éste únicamente como una forma de
gobernar militarista y abiertamente dictatorial, dejando de lado varios
elementos claves que son los que en esencia definen a tal corriente política.
El fascismo restringe al máximo las mismas libertades democráticas burguesas
como el “derecho de asociación”, la “libertad de expresión”. Además es
importante precisar que el fascismo no introduce sus políticas inmediatamente
sino que lo va haciendo gradualmente.
Las
principales aristas que nos permiten tipificar al gobierno como fascista son
las siguientes:
a) El Estado interviene directamente en
la economía a través de un plan dirigista y centralizador que asegura las
ganancias de los monopolios burgueses tradicionales y de una nueva capa de
ricos que utiliza a éste como eje de acumulación, configurando una alianza más
directa entre el capital privado y el capital estatal, siendo el segundo el que
alienta muchas veces los negocios de los primeros a través de inversiones
directas o indirectas en determinados sectores.
b) Una de las estrategias del gobierno
que mayor peligro representa es sin duda su política corporativa, la cual
pretende controlar y manipular a los sectores populares mediante la creación o
dirección de organizaciones que logren que desconozcan sus intereses y acepten
los del gobierno y la burguesía. Es una forma de “incluir” al pueblo para
dominarlo. La corporativización fue-y es- una estrategia puesta en marcha por
gobiernos fascistas y utiliza dos variantes esenciales: la cooptación de
organizaciones ya constituidas, o la creación de instancias o espacios regidos
desde el Estado o sus instituciones –municipios, ministerios-. La cooptación
se refiere a adueñarse de la dirección de organizaciones ya formadas para
ponerlas al servicio de los objetivos gubernamentales; y si esto no es posible
o suficiente, apelan a la creación de organizaciones nuevas que no representen
al pueblo sino a los explotadores, pero que su cuerpo social sea popular. En
ello la burguesía cuenta con la complicidad de los partidos o movimientos
autodenominados de “izquierda”, que avalan e impulsan esa política; además de
ministerios y secretarías destinadas precisamente para ello, como la Secretaría
de Pueblos, o el Ministerio de Inclusión Económica y Social. Ejemplos hay
muchos, lo más evidentes son a nivel obrero la Confederación Sindical
Ecuatoriana CSE, la Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE; en el campo
estudiantil la Red de Maestros por la Revolución Educativa, el Movimiento Nueva
Universidad, la CEUPE, además de asegurarse la dirección de las universidades a
través de los rectorados con personajes serviles a la política gubernamental
como Edgar Samaniego; en el campesinado ecuatoriano actúan la FEI y la FENOCIN
además de una importante penetración en las bases de la CONAIE; la CUTTAE
cumple el mismo papel en las organizaciones de pequeños comerciantes o
trabajadores autónomos; los Comités de Defensa de la Revolución CDR; o comités
barriales que apoyan directamente o se ven manipulados para hacerlo. Partidos
políticos como el PCE o PSE que respaldan abiertamente al gobierno, o el MPD y
la Conaie que también lo han respaldado en sus propósitos Además de
organizaciones que se hacen pasar como neutrales o que apoyaron al gobierno en
sus inicios. Esto ha sido clave para que el gobierno avance en la introducción
de reformas jurídicas y políticas donde estas organizaciones han velado o
neutralizado el entendimiento del perjuicio que representan estas medidas para
los sectores populares.
c) Modernización del aparato de Estado
para que sirva de mejor manera a los intereses de la clase dominante y
especialmente a los intereses de la fracción gobiernista. Control e
injerencia del Estado sobre todos y cada uno de los ámbitos de la
súper-estructura, manejando a su antojo la cultura, la educación y la
comunicación. Busca garantizar la unidad monolítica del Estado, la supremacía
de éste sobre todo el cuerpo social, sobre los derechos, sobre los individuos,
sobre las organizaciones sociales. Todo desde el Estado, nada fuera de él.
d) Socialismo de palabra: El fascismo se
disfrazó desde sus inicios como socialista por la simpatía que representaba
este término en la clase trabajadora y como mecanismo para dorar la píldora
mostrándose como representante de los sectores populares. El gobierno
actual, que se inscribe dentro del denominado socialismo del siglo XXI, se ha
autocalificado como revolucionario, nacionalista y antiimperialista, pretendiendo
mostrarse como defensor del interés popular para que las medidas que implementa
cuenten con un apoyo directo o por lo menos con menor resistencia.
e) Uno de los hechos característicos
del fascismo es apoyarse en un aparataje de propaganda que sostenga su farsa,
utilizando un bombardeo sistemático de publicidad oficial y controlando
estratégicamente varios medios masivos. El gobierno actual comprende a la
comunicación como eje fundamental de dominación ideológica, como factor clave
para sostenerse. Bien dice el adagio fascista: una mentira repetida mil veces
se convierte en verdad. No importa cuál sea la situación real de una
problemática, proceso o acontecimiento, lo que dice el gobierno se extiende
velozmente al imaginario colectivo a través de los diferentes canales de
difusión que posee. El gobierno se convierte no sólo en elemento central de la
opinión pública sino en el generador de ésta. El Estado ha pasado
de ser un ente sin mayor control de los medios, a constituirse en un monopolio
de gran influencia. Si antes poseían un canal nacional de televisión que no lo
miraba nadie, y un par de radios, en la actualidad controla cinco canales de
televisión: Gama TV, TC, Cablenoticias, Cabledeportes, y Ecuador TV;
varias radios como Super-K, Sonorama, Universal y medios impresos como El
Ciudadano, El Telégrafo, el Periódico Popular; además agencias de
noticias como ANDES. Esto es complementado por cadenas nacionales difundidas
permanentemente y las sabatinas que las radios tienen la obligación de pasar.
Pero el gobierno no se queda sólo en la influencia a través de los medios o
vallas publicitarias, sino que tiene sus grupillos que hacen propaganda
callejera, etc.Se ha generado un estado de propaganda dirigido por el
oficialismo donde éste se convierte en un permanente constructor de
realidades.
f) Un régimen presidencialista: En las
estructuras fascistas se ejerce una notable influencia y control desde el
ejecutivo sobre las demás funciones del Estado. El mandatario se asegura el
control de toda la estructura estatal, y lo hace de manera directa o a través
de concejos creados, donde el Ejecutivo tiene participación mayoritaria e
influencia permanente. La autoridad de la Presidencia en las otras funciones
del Estado ha sido evidente mediante la presión a la función legislativa para
la aprobación de leyes; a través del reordenamiento judicial llevado a cabo
desde la Presidencia; o con el control político sobre las funciones electoral y
de transparencia y control social.
g) Caudillismo: Este gobierno hace
emerger a un caudillo autoritario y populista que emerge como figura central
del “proceso revolucionario”. En él se condensan las supuestas aspiraciones de
los sectores populares, construyendo una imagen mesiánica hacia la cual hay que
guardar lealtad, respeto y deferencia. Es el líder sobre el cual se levanta el
proceso y sin el cual no puede llevarse a cabo. Muchas veces se acusa a los
propios funcionarios del régimen de cometer errores o desviaciones que son
solucionadas o criticadas por el caudillo. Existe una relación jefe-masa sin
intermediarios, un vínculo de palabra entre el líder y el pueblo.
h) La modernización de los cuerpos
represivos del Estado y el desarrollo de una cultura policial en el conjunto de
la sociedad son dos elementos fundamentales de la política fascista del
gobierno. La inversión en equipamiento y tecnificación de los cuerpos
represivos con la excusa de luchar contra la delincuencia legitiman la espía
permanente y el control absoluto de los movimientos de individuos u
organizaciones que no son afines al gobierno. Colocación de ojos de águila,
creación de unidades policiales y militares que trabajan en inteligencia,
represión directa, son algunas de las “bondades” del régimen.
i) Un sentimiento patriotero que realza
los valores nacionales de una manera demagógica, con un discurso
antimperialista pero con una práctica afín a los intereses de las potencias
extranjeras que profundiza el carácter semi-colonial del país.
j) Recrea en el imaginario social
la existencia de “enemigos de la revolución”, que no son sino antagonistas de
fantasía que no tienen discrepancias esenciales con el gobierno. Esto pretende
configurar una variante victimista y revanchista que genera una polarización
que contribuye a que el gobierno avance en sus planes y políticas contando con
cierta legitimidad en las masas por la rastrera imagen que tienen algunos de
los grupos “opositores”.
k) Imponer sus criterios a base de
la fuerza no sólo represiva sino de la calumnia, la difamación y el temor a las
represalias, criminalizando la lucha social y cualquier tipo de protesta que
venga desde los sectores populares, censurándolas, fomentando un marco
institucional y jurídico destinado a ello.
l) Se muestra como una tercera vía
opuesta al liberalismo burgués y al “extremismo” de la izquierda
revolucionaria. Genera un revolucionarismo verbal y un conservadurismo
sustancial que se mitiga por el asistencialismo.
El
gobierno ha avanzado en esta política fascistoide que implica no sólo la
persecución directa, sino la criminalización de la lucha social, el
caudillismo, el control omnímodo del ejecutivo sobre todo el cuerpo social, un
aparato de propaganda dirigido por el oficialismo para sostener su farsa y
especialmente la corporativización de la dinámica social y popular a través de
las diversas estructuras del Estado. Es importante para los sectores
populares comprender que el Estado burgués puede asumir las más variadas formas
de gobierno, y cualesquiera que utilice siempre continuarán defendiendo los
intereses de la clase dominante, sin embargo es necesario realizar una
caracterización en ese sentido para poder actuar de una manera estratégica
desde los proletarios y los sectores populares.