sábado, 9 de mayo de 2020


A 75 AÑOS DEL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL, LA BATALLA POR LA HEGEMONÍA SE ACENTÚA

8 de mayo de 1945, Alemania se rendía en forma incondicional luego de que el Ejército Rojo soviético y los aliados habían ganado la guerra. A 75 años de este acontecimiento, hay una clara pugna por la hegemonía mundial entre Estados Unidos, China y Rusia.
Todos los gobiernos y estados imperialistas hipócritamente están celebrando el fin de la II Guerra Mundial, mientras se arman hasta los dientes y se preparan para una lucha más encarnizada por el dominio mundial, en medio de una pandemia que “coincidentemente” aparece cuando se empezaban a sentir los primeros efectos de la crisis económica que el capitalismo-imperialismo viene arrastrando desde hace décadas, y cuando los imperialistas de China y Rusia comienzan a endurecer posiciones frente a al declive del dominio unipolar de Estados Unidos.

Cuánta miserable hipocresía cuando cientos de miles de pobres están muriendo por el coronavirus en todo el Planeta porque no hay dinero para la salud de los pueblos, mientras para el 2020 el gasto militar a nivel global es de 1,9 billones de dólares, siendo el presupuesto militar de Estados Unidos el más alto (738 mil millones USD), lo cual explica por qué al gobierno de Trump no le inmuta los más de 75.000 muertos que ya deja el COVID19 en su propio territorio, más si tomamos en cuenta que la gran mayoría son personas pobres: ancianos, negros, migrantes e indigentes de las calles y las prisiones.

Cuánta saña y cinismo pues en medio de la pandemia los imperialistas han continuado haciendo maniobras, reforzando puestos militares estratégicos en todo el mundo, como los movimientos de soldados de la OTAN denominado “Salvar Europa 20”, con el que han comenzado a ensayar el despliegue rápido de tropas venidas de Estados Unidos por todo el continente europeo, especialmente en los puntos más susceptibles: los países fronterizos con Rusia.

Algunos puntos importantes que no hay que perder de vista en esta coyuntura:

1. Geopolítica y lucha interimperialista por la hegemonía.

El actual sistema capitalista-imperialista se basa en la explotación de los países semicoloniales para permitir la concentración y centralización de la riqueza en los países imperialistas.

Es necesario precisar que dentro de los países imperialistas a su vez hay una división en clases sociales, es decir, que las clases económica y políticamente dominantes de esos países, también explotan, sojuzgan y oprimen a sus propios pueblos.

Por otra parte, para que la dominación y explotación global sea posible, los imperialistas cuentan con las clases dominantes de las semicolonias como sus socias, aliadas, testaferros, títeres y lacayas, es decir, que las clases dominantes de las semicolonias, junto con los gobiernos y Estados semicoloniales, no responden a los intereses de sus propios pueblos sino a los de sus amos extranjeros imperialistas.

Es por ello que la contradicción de clase fundamental que se establece en estas condiciones a nivel mundial es: por un lado, los imperialistas (incluidos aquí los gobiernos y Estados de los países imperialistas, y, las clases dominantes, gobiernos y estados de las semicolonias), y, por otro, los pueblos del mundo (incluidos aquí los pueblos de los países imperialistas).

Por la propia naturaleza del sistema, los países imperialistas también están en una lucha permanente entre ellos por el dominio global (hegemonía), para defender los intereses de sus propias clases dominantes y someter a sus rivales en la encarnizada disputa por materia prima barata o gratuita, mano de obra barata o gratuita, y mercados para sus productos e inversiones.

En esta contienda interimperialista por la hegemonía, hay que tomar en cuenta que no todos los países imperialistas tienen el mismo peso en la política internacional, ya que están divididos en potencias y superpotencias.

Actualmente, al haberse consolidado económicamente China, y Rusia en lo militar, asistimos al surgimiento de estas dos como superpotencias imperialistas que disputan a Estados Unidos su dominio unipolar ejercido por varios años luego de la disolución de la Unión Soviética (URSS) en 1991.

Ha empezado entonces una reconfiguración del poder entre las superpotencias imperialistas, a pesar de la “guerra permanente” que EEUU inició con la Doctrina Bush en 2001 para mantener su hegemonía, sobre todo ampliando su poderío militar sin precedentes, y aplicando la “guerra preventiva”, para evitar que surja un rival que pueda oponérsele. EEUU tampoco ha podido superar su crisis económica que era otro de sus objetivos para mantenerse como la única superpotencia.

Si bien EEUU ha preservado la supremacía en el terreno militar desde la desaparición de la URSS, el año pasado Vladimir Putin anunció la entrada en operación de armamento de última generación, por ejemplo los misiles hipersónicos (AVANGARD), que superan todo sistema de defensa existente hasta la actualidad, lo que le colocaría a la punta de la carrera armamentista de los imperios.

Por su parte China se va consolidando como la superpotencia financiera, productiva y comercial. Aunque militarmente no se equipara hoy a EEUU o Rusia, el presupuesto de China para gastos militares sigue en aumento, por lo que EEUU tiene puesta su atención en el rápido desarrollo y modernización que su rival asiático está haciendo en el campo militar. Actualmente de los 10 bancos más grandes del mundo 5 son de China, y está empezando a tomar cada vez más preponderancia el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB por sus siglas en inglés), que es un banco multilateral al cual están adheridos varios países de Europa y también de Latinoamérica, (incluso Ecuador a partir del 1 de noviembre de 2019).

Para hacer frente a sus dos rivales y continuar su dominio unipolar, EEUU sigue reforzándose militarmente, y para el 2020 cuenta con un presupuesto para la defensa de 738 mil millones USD, el más alto del mundo, seguido por China que se estima que apenas destina entre 200 y 250 mil millones de dólares.

El presupuesto para defensa de EEUU representa el 95% del total requerido por la administración Trump para “seguridad nacional”, y según información oficial, solamente para la denominada “ciberguerra” invertirán 9 mil 600 millones de dólares. Otros rubros contemplados en este presupuesto para 2020 son: 14 mil 100 millones en asuntos espaciales; 57 mil 700 millones para la fuerza aérea (la mayor del mundo); 34 mil 700 millones para las fuerzas navales que operan en todos los mares y océanos del planeta; 143 mil 43 millones para compra de armamento y medios de combate para las Fuerzas Armadas; 104 mil 294 millones para desarrollo e investigación de nuevos armamentos y medios de combate.

También por datos oficiales se conoce que USA mantiene 514 bases militares fuera de su territorio (Reporte de estructura de bases del año 2018 del Departamento de Defensa).

Así las 3 superpotencias (Estados Unidos, Rusia y China) continúan reforzando su fuerza militar, y otras potencias imperialistas también están en el mismo camino pero con una enorme brecha, al punto que para 2020 el gasto militar a nivel global es de 1,9 billones de dólares (según una investigación de la Red de servicios profesionales Deloitte), y se prevé que para el 2023 llegue a 2,1 billones USD.

2. Los imperialistas chinos y rusos quieren presentarse como “el mal menor” frente al debilitamiento del Estados Unidos.

La guerra interimperialista se da a todo nivel, y el ideológico-comunicacional es clave en la actualidad.

Aprovechando el desconocimiento y la desmemoria como sus mejores aliados el imperialismo impone sus “verdades”. China y Rusia quieren aparecer como “opuestos al capitalismo”, señalando como imperialistas únicamente a Estados Unidos. Todos sus acólitos de la izquierda tradicional y de la corriente de Socialismo del Siglo XXI se hacen eco de esta falsedad, (también en Ecuador por su puesto, sobre todo con los corruptos de los dos últimos gobiernos pro-imperialistas de Correa y Moreno).

La gente común vive confundida pensando que la actual Rusia y China son países socialistas o comunistas, cuando desde hace años en esos países se restauró el capitalismo y no son más que potencias imperialistas. La única diferencia es que en China y Rusia hay un capitalismo de Estado que nada tiene que ver con socialismo.

Pero los imperialistas chinos y rusos tratan de mantener esta farsa porque les conviene mostrarse como la alternativa al decadente “capitalismo de occidente”. De allí que hasta hoy los imperialistas chinos mantienen el membrete de “partido comunista”, cuando en ese países se comenzó a restaurar el capitalismo desde 1976 con el golpe de Estado de los nuevos burgueses encabezados por Den Xiaoping.

En el caso de Rusia la restauración del capitalismo se dio mucho antes, siendo evidente que los nuevos burgueses se hicieron del poder a partir de la muerte de Stalin y salieron a la luz abiertamente en 1960 con Nikita Krushchev como su cara pública. Desde entonces la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, devino en una superpotencia “socialimperialista” (socialista de palabra imperialista en los hechos).

En las siguientes décadas sin embargo, esta superpotencia imperialista entra en una grave crisis económica que llevará al desplome del capitalismo de estado soviético a finales de los años 80 y la disolución de la URSS en 1991.

A partir de allí la Federación Rusa quedó muy alicaída. En contrapartida el poderío de Estados Unidos como la única superpotencia dominante se acrecentó, hasta la crisis de 2008, donde el imperio norteamericano fue gravemente afectado al punto de no poderse reponer hasta la actualidad.

Rusia por su parte comenzó poco a poco a recuperarse económicamente en los últimos 15 años al verse nuevamente fortalecido el capitalismo de Estado. Con Vladimir Putin en la presidencia los imperialistas rusos comenzaron a dar un cambio de timón muy importante que les ha llevado hoy a plantar una disputa por la hegemonía, por el momento en alianza con China para enfrentar a Estados Unidos.

Como es lógico, siendo un militar y ex agente de la KGB (Agencia de Seguridad del Estado), Vladimir Putin ha puesto especial énfasis en rearmar a Rusia, que ha logrado en este momento desarrollar una tecnología militar mucho más avanzada que los otros imperios.

Este carácter belicista de los imperialistas rusos tiene que ser reforzado ideológicamente, y aquí no se puede dejar de mencionar la alianza del Estado con la iglesia, y el poderío que tiene la secta cristina ortodoxa, cuyo patriarca Cirilo llegó a señalar como un “milagro de dios” la aparición de Putin y su ascenso al poder.

En ese empeño de reforzar ideológicamente la aparición de Rusia como gran gendarme mundial que pone pecho a Estados Unidos, los imperialistas rusos desde el 2008 comenzaron a realizar “celebraciones” con desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú, reivindicando el 8/9 de mayo como el día de la “victoria nacional”, secuestrando una gesta histórica del Proletariado mundial como fue el papel decisivo del Ejército Rojo de la URSS en la derrota del imperialismo alemán (fascismo nazi), en la II Guerra Mundial.
A pesar que la pandemia hecho por tierra la “gran celebración” que Putin preparaba con motivo de los 75 años del fin de la II Guerra, los cielos de Rusia serán inundados con aviones como muestra de que los nuevos zares están dispuestos a la conquista.

El Ejército Rojo de 1945 que hizo grandes sacrificios para detener el avance de los imperialistas alemanes (fascismo nazi), apoyado por el pueblo soviético, no tienen nada que ver con los nuevos burgueses que hoy gobiernan en Rusia. Los hechos heroicos que permitieron la derrota del ejército nazi, fueron en defensa del pueblo soviético, los pueblos de todo el Planeta y la construcción del Socialismo, no tienen nada que ver con la actual Rusia imperialista que sojuzga a su propio pueblo y a otros alrededor del mundo.

3. El Proletariado y los pueblos del mundo deben prepararse para las futuras batallas.

Es claro que la única manera de hacer frente a la locura imperialista es con la lucha de los pueblos, y es allí donde el Proletariado debe cumplir su papel histórico de direccionar la energía revolucionaria para tumbar el sistema y avanzar a la transformación para sustituir el capitalismo-imperialismo por el Socialismo y el Comunismo.

Para esto hace falta ir más allá de la lucha espontánea de las masas que por razones lógicas se irá incrementando frente al peso de la crisis. Aunque la presencia de las organizaciones proletarias no es significativa en los actuales momentos a nivel mundial, el Proletariado debe bregar por tener una mayor incidencia en el movimiento general, caso contrario el descontento popular será canalizado para fortalecer el sistema, y aprovechado por toda suerte de oportunistas reaccionarios o reformistas.

Y esto sólo podrá hacerlo con organizaciones fundidas en la LÍNEA POLÍTICA PROLETARIA y dando batalla sin tregua a toda suerte de ilusiones burguesas y pequeñoburguesas de que es posible cambiar la realidad de las masas empobrecidas dentro del propio sistema.

Hoy más que nunca es vital que el Proletariado y los pueblos del mundo estén conscientes de que por nuestra sobrevivencia y la del Planeta hay que terminar con el capitalismo-imperialismo.

Por ello nos parece importante:

1. Rechazar la hipocresía de la celebración del “fin de la guerra”, cuando, tanto los imperialistas “occidentales” (Estados Unidos y Europa), como Rusia y China, se están armando para una nueva conflagración por el dominio global.
2. Rechazar rotundamente la utilización por parte de los imperialistas de las gestas históricas del Proletariados y los pueblos del mundo para sus protervos fines.
3. Reivindicar las gestas históricas del Proletariado como parte de la lucha de los pueblos contra el capitalismo-imperialismo, por la liberación y la construcción del Comunismo, como lo fue la heroica hazaña del Ejército Rojo de la URSS para la derrota de los imperialistas alemanes del Tercer Reich y sus aliados.
4. Poner en evidencia el carácter imperialista de la actual China y Rusia, y su confrontación con Estados Unidos como una disputa interimperialista por la hegemonía mundial.
5. Visibilizar la penetración del imperialismo chino y ruso en nuestro país, ya que la lucha antimperialista no puede reducirse a posiciones “antiestadosunidos”, aunque también es necesario continuar denunciando las formas de dominación del imperio yanqui en el momento actual.
6. Analizar los movimientos en el tablero internacional de los gobiernos y estados imperialistas, capitalistas y semicoloniales en el contexto de la reconfiguración del poder a nivel mundial.
7. Persistir hoy más que nunca en la LÍNEA PROLETARIA antimperialista, anticapitalista, antipatriarcal y antireformista, y rechazar las farsas del nacionalismo burgués y el “antimperialismo” reformista que sólo sirven para desviar la lucha de los pueblos al matadero de la democracia burguesa.
8. Para ello es fundamental buscar y evidenciar como se manifiesta las contradicciones interimperialistas y de la crisis general del sistema en nuestra realidad, así como hacer los análisis de lo que ocurre en lo local en el actual marco de la disputa por la hegemonía.
9. Es imprescindible adoptar la posición de que somos una trinchera en la lucha de los pueblos contra el imperialismo y de que luchamos bajo las banderas del Proletariado mundial, enfrentando a gobiernos y un estado semicoloniales, que en todo momento responde únicamente a los intereses de las clases dominantes locales y sus amos extranjeros, y por tanto visibilizar al enemigo principal oculto tras los títeres que cada tiempo son remplazados vía elecciones burguesas u otros medios.

¡PERSISTIR EN LA LÍNEA ANTICAPITALISTA, ANTIMPERIALISTA, ANTIPATRIARCAL Y ANTIREFORMISTA!

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